La Ley de las Palabras



Quizás me encuentre en una etapa interior rebelde, quizás hoy tenga un día con las hormonas revueltas como dice mi compañera de pupitre, pero yo que me dedico a esto de la comunicación me quedo muy pensativa con algunos comentarios. Una de las principales reglas de oro del trabajo en equipo es la Ley de las Palabras. Está claro que todo grupo de personas que se juntan para alcanzar un objetivo común debe aprender a desarrollar una buena comunicación. Desde el líder hacia sus compañeros, desde los compañeros hacia el líder o entre semejantes, pero la palabra siempre tiene que imponerse en el espacio vacío. Dice James Baldwin, escritor afroamericano y uno de los más precursores del movimiento de derechos civiles afirmaba: "Escribimos para cambiar el mundo (...). El mundo cambia en función de cómo lo ven las personas y si logramos alterar, aunque sólo sea un milímetro, la manera como miran la realidad, entonces podemos cambiarlo". Cuando comencé a estudiar periodismo, recuerdo que en mi primera declaración institucional sobre un folio en blanco en una clase de redacción periodística, utilicé algo así que quería ser periodista para combatir por la libertad, cambiar la realidad de millones de personas, denunciar las injusticias... Y eso lo decía por dejar claro el peso que tienen las palabras para el cambio. Con comunicación se fluye, se conecta, se sonríe, se hace fácil lo díficil, se rompen barreras complicadas... El mundo, las empresas, las organizaciones... necesitan palabras de esperanza y sobre todo, ganas de escuchar. Algo que me sorprende enormemente es que las empresas, las instituciones... tienden a comunicar sólo las cosas buenas, y en los momentos de dificultad, les entra el miedo, esconden la cabeza... Sin embargo, dice Lluís Bassets en un artículo de El País, ante la dificultad, la palabra se identifica con el arma política por excelencia de la democracia. La palabra puede servir para enmascarar, para entrener o mentir. Pero también para explicar, argumentar y convencer. Este es el verdadero "valium" de los equipos hechos por PERSONAS. En mayúscula, ésta última, porque es la que diferencia el verdadero alma de una simple organización a un excelente colectivo, donde todos piensan, donde todos pueden aporar buenas actitudes y donde todas las palabras tienen voz. Hoy entré en un despacho y dije: "te pasa algo, tienes mala cara", y no encontré ni un monosílabo. Bajé las escaleras y me quedé pensativa.






Estaba pensando en participar en mi primer concurso de relatos cortos online de la EMT, y así podría ser:

"Te miré desde lejos y me hiciste un guiño. Pasaste delante de mí empujando tu mochila cargada de mil sueños rotos. Me invitaste a subir. Acepté, sonreí y conquisté de una mirada tu ventana. Llovía. El cristal estaba húmedo y se deslizaban con sus tacones las gotas disfrazadas de atardecer. Por un momento, pensé que tiraba de ti. Pero no, tú me empujaste a tu interior.
A veces me había planteado saltar, reír, olvidar, fingir, inventar noches, gritar ecos en la mañana. Otros días quise intercambiar miradas canallas, abrazos infantiles, sonrisas cómplices o saltos adolescentes. Pero no me atreví. Pensé que las prisas nunca te obligarían a despojarme de todo lo que añoré, pensaba que el ya no te obligaría a aparcarme. Sin embargo, este día me sorprendiste. Me esperaste. Me bastó con divorciarme de mi rutina, romper todos mis poemas llamados tristeza y confesártelo todo a través del vaho de mi soledad. En silencio. Ya no valían las discusiones. En directo.

¿Sabes? Las personas con las que más a gusto nos encontramos son las que nos comprenden. Nunca me atreví a contártelo.

[Perdón se me quiebra la voz]. ¿Sabes? Te elegí para acompañarme a un concierto. Allí donde los violines se abrazan y los clarinetes vuelan. Lo importante no es lo que fue si no lo que significó. A veces pasamos por alto las pequeñas cosas. Esas que dan sentido a nuestra vida. Hay palabras que no tienen precio. Hay besos que nunca se pueden olvidar. Hay abrazos que de repente te devuelven a la vida.

Continuo. ¿Vale?

Allí olí de otra forma. Mis carcajadas se estrellaron por las callejuelas de mi infancia. En mi castillo de los sueños. Mis gaviotas, mis caracolas, mis barcos, mis chavalerías, mis paseos en solitario por aquel Mediterráneo que tanta veces despedí para siempre volver. Gracias a ti, lo conseguí. Y tú sin enterarte. Tienes una vida entre sillones, preparada en una maleta repleta de trajes de ilusiones deshilvanadas, sin fechas, sin horas… Siempre hay alguien quien piensa en ti. Sin embargo, construiste tu mundo a tu medida. De idas y venidas, ligero de equipaje. Y te quedas desnudo.

¿Sabes? Las cosas son importantes porque existen, porque alguien piensa en ellas. Para cuando tú te gires, tejeré de nuevo unas alas para llegar a ti. Hoy que regresas, vuelves a mi".


(Este relato es un homenaje a todos los/as que conducen un autobús)

Uno de mis pecados más confesables es que me encanta leer EL PAIS los domingos mientras que Luna duerme. Sólo la música de mi gran amante, el Youtube, que me hace escuchar lo que yo quiero (jajajaja) me acompaña, y por supuesto un buen vaso de leche con Cola-Cao. Me encontré hoy por casualidad un artículo que se titula "Cuidemos a los amigos" de Jenny Moix. Una de mis mejores virtudes es ser, creo, una buena amiga de mis AMIG@S, pero tan bien es cierto que cada vez quedan menos.
Cuenta que "sufrir estrés incrementa las posibilidades de padecer muchas enfermedades digestivas, cardiológicas, dermatológicas… incluso infecciosas. Por eso, cualquier remedio que nos ayude a controlarlo es una valiosa fuente de salud. Muchas investigaciones demuestran que la amistad es una de estas potentes medicinas. Investigadores de la Universidad de Pittsburgh han observado que cuando se pide a los sujetos de un experimento que lleven a cabo tareas estresantes, tan sólo tener un amigo en la misma habitación, aunque no ayude en la tarea, convierte en menos probable que aumenten su ritmo cardiaco y su presión arterial.
El primer estudio científico sobre la relación entre amistad y salud data de 1979. Dicha investigación duró nueve años, en los que se observó de cerca la salud de casi 5.000 residentes de un condado de California. Los datos indicaron que las personas que tenían más contactos sociales (amigos íntimos y parientes a quienes veían a menudo) corrían menos de la mitad del riesgo de morir que las que contaban con menos. Desde entonces, son numerosos los estudios que confirman que los amigos nos inyectan salud".
Habla tan bien de confianza, de seguridad, de sinceridad, de expectativas cero...
L@s amig@s de verdad son aquellos con los que nos encontramos cómodos, no juzgados, los que nos quieren con nuestros defectos incorporados. Pero yo añadiría un par de cuestiones más: fidelidad, complicidad, lealtad... Palabras complicadas, repletas de contenido y como dice Daniel Barenboim, director de orquesta, "lo fantástico de la música es que es todo y a la vez lo contrario. La música ríe con una lágrima y llora con una sonrisa. La música da un contenido físico a las pasiones del alma. Convierte lo metafísico en sensorial". Y algo así es también la amistad.
Escribía hace unos días algo así: ...al despedirme de ti me crujió el alma, no pude ni devolver la mirada hacia atrás por una pena que no entiende de hasta luegos, tenerte a mi lado es uno de los mejores regalos... A ti te entregué mi mochila de revolución interna porque sin casi pedirtelo te cogí la mano hasta aqui... Mil perdones por si te puse en aprietos...
Por todo ello, me pareció tan interesante esta cita que Oliver Sacks hace en su libro "Un antropólogo en Marte" de un texto de John Hull, invidente, que dice sobre su ceguera: "Esta sensación de estar en un lugar es menos pronunciada... El espacio se reduce al propio cuerpo de uno, y la posición del cuerpo se conoce no mediante los objetos que han pasado sino por cuánto tiempo ha estado en movimiento. De este modo, la posición viene medida por el tiempo... Para los ciegos, las personas no están presentes a menos que hablen... Las personas están en movimiento, son temporales, vienen y van. Llegan de la nada; desaparecen" .
Amistad es sinónimo ESTAR SIEMPRE AHÍ.
Y un día me contestaron así:
HOLA amiguita del alma: Acabo de leer tus jirafas blancas, bonito título para un cuento sobre la amistad. Me quedo parada, leo y releo lo que me has escrito y como otras veces te comento lo importante que es saber que para alguien como tú, soy su amiga. Esta palabra es tan, tan, tan especial, que por eso en muy pocas ocasiones la he utilizado y por ello remarco tanto que es eso de la amistad para mí. Confiar ciegamente.
Reacuerdas cuando hablábamos con mi madre sobre ello, lo que recalcaba no es otra cosa que necesito confiar, sino, no hay amistad que valga. Será otra cosa pero NO amistad, al menos para mí. Ni los cotilleos, ni las ganas de que la gente pueda saber lo buena/mala que se puede ser, ni el utilizar como ejemplo (para lo bueno/malo) ... , nada justifica el que alguien traicione la confianza desvelando intimidades, sentimientos, ni emociones de otro, por eso es tan difícil para mi, tener amigas. No concibo la amistad rompiendo esa regla y ... Contigo sé que es fácil, por eso te quiero a mi lado. Saber que estás aunque no estés y que no importa si no estás porque sigues estando. A veces pienso que yo no te devuelvo ni la milésima parte de lo que tú me das, tus regalos, tus desayunos, tus llamadas, tus e-mails, tus mensajes de móvil, el sacar tiempo de tu tiempo para dedicarle un tiempo a mi, o a mis niños, o a mi madre ... Eres grande Cheskita, eres muy grande y nunca podré agradecerte lo suficiente tu cariño, tu amor, tu fidelidad, tu ser. Lo único que te puedo ofrecer es mi persona, mi silencioso escuchar, mis reflexiones en alto dejando un hueco para que las escuches, mi pasión por lo que me gusta y lo que no me gusta, mis viajes a la luna en tu cohete espacial, mis risas, mi sentido del humor, mi relatividad sobre según que y mi implicación sobre lo otro, mi apoyo incondicional en aquello que tu decidas, mi compañía ...
Sólo sé que es un orgullo, te lo digo de nuevo, merecer tu confianza y ser tu Amiga -del alma -. Te quiero mucho y mil gracias por haberme dejado entrar en tu vida de esta manera, tan ... loca y tan cuerda"

Dice una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y discutieron. Uno acabó dando al otro una bofetada. El ofendido se agachó y escribió con sus dedos en la arena: “Hoy mi mejor amigo me ha dado una fuerte bofetada en la cara”.
Continuaron el trayecto y llegaron a un oasis, donde decidieron bañarse. El que había sido abofeteado y herido empezó a ahogarse. El otro se lanzó a salvarlo. Al recuperarse del posible ahogamiento, tomó un estilete y empezó a grabar unas palabras en una enorme piedra. Al acabar se podía leer: “Hoy mi mejor amigo me ha salvado la vida”.
Intrigado su amigo, le preguntó:

–¿Por qué cuando te hice daño escribiste en la arena y ahora escribes en una roca?

Sonriente, el otro respondió:

–Cuando un gran amigo nos ofende, debemos escribir la ofensa en la arena, donde el viento del olvido y del perdón se encargará de borrarla y olvidarla. En cambio, cuando un gran amigo nos ayuda o nos ocurre algo grandioso, es preciso grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde ningún viento de ninguna parte del mundo podrá borrarlo.
Para mi es uno de los valores que más aprecio en esta vida. GRACIAS AMIG@S.

amistad para siempre


Tuve el placer y la oportunidad de conversar largo y tendido hace unos días con José Manuel Casado y Alicia Jiménez, dos grandes del management español, que estuvieron por Palma como protagonistas del programa de formación especializada que la confederación de empresarios, CAEB, dirige a los responsables de RRHH bajo el título "La calidad en la dirección de las personas". José Manuel y Alicia dieron un barniz a los directivos sobre el verdadero ADN de las organizaciones y sus metas, la gestión del rendimiento y las cualidades y competencias que deteminan el liderazgo. Me llevé a casa un decálogo de buenas intenciones con alma y sentimiento: un líder es sinónimo a visionario y apasionado, a innovador y emocional, a flexible e imaginativo, a amante al cambio y gran experimentador, a interdependiente, a buscador de riesgos controlados, a delegativo o a visionario de futuro con estrategias de cambio... El gran problema de los jefes de hoy es que tienen grandes carencias emocionales. José Manuel hablaba de softología, una llamada de atención para reducir ese hipoliderazgo o escasez de líderes. Con este curioso término se refería a la parte más humana que determina la conducta del directivo: el autoconocimiento, la relación con los demás y las emociones. Pero es más, todo este plano tan humano que desarrolla al jefe como persona, como directivo, como padre o como amigo, debe tener como gran aliado, la frase "quiero cambiar. quiero abrir la cremallera de mi corazón y mente". Si no, a la basura, cualquier intento. Dirigir es predisposición a conocerse y a conocer; a ayudarte y ayudar; a corregirte y corregir... Alicia les dio una pista, las herramientas del coaching, el para qué, el qué te preocupa en estos momentos, el qué quieres trabajar hoy, el qué quieres conseguir, el qué vas hacer, el cuándo, y el que te llevas. Una auténtica revolución interior si lo aplicas, pero en este camino tienes que apoyarte en alguien como la niña que salta a la comba. El diario El País, en su suplemento salmón Negocios, recogía este fin de semana una entrevista con Richard E. Boyatzis, experto en inteligencia emocional. La periodista le pregunta: ¿Puede hacer uno mismo este cambio en su diálogo interior, sin ayuda?. Y contestó: "No. Necesitas ayuda, ninguno de nosotros puede hacerlo solo. No necesitas ni un psicoterapeuta. Lo que necesitas es alguien que te ayude, como un coach o nuestro mejor amigo, lo que solíamos tener antes del teléfono móvil o del e-mail, cuando les dedicábamos tiempo. Los buenos amigos suelen ayudarnos. Hoy tenemos que encontrar un sustituto. Bien crear grupos de amigos que pasan tiempo juntos y se ayudan o bien ir a un coach. Nadie va a realizar un proceso de cambio interno solo". Ah, por cierto, y no se olviden de felicitar. En España, y en concreto en las empresas, sólo se felicita por Navidad. Recuerde que todos los días son un buen momento para hacerlo. No se olvide. Su colaborador se lo agradecerá de veras.



Día 24 de noviembre. Apunté esta fecha en mi calendario personal hace tres años y os aseguro que siempre la recordaré. Una cita en la que se fusionó desencuentro con sueño. DyS, suena a marca sinónimo de talento, trabajo en equipo, liderazgo, comunicación y brillantez para aprovechar la crisis como una alternativa de mejora. Y venía a contar esto porque comí con una de las jefas más ilusionantes (aunque con algunos puntos a mejorar, como cualquier humano) que conozco, una gran amiga, esa que pones en mayúscula. Durante el almuerzo frente a un mar que nos conmueve a las dos, me contó un capítulo de Al filo de lo imposible, ella también ama y entiende la montaña. La subida de dos equipos a la cumbre, dos equipos que no se conocían pero que tenían la misión de conquistar aquello por el que sueñan: tocar cumbre. ¿Qué difícil no? Cómo confíar en un líder que no conoces, con el que no has hablado jamás, con el que nunca compartirtes ni una sonrisa ni un marrón... Dediqué 15 minutos a buscar por esta red quienes conquistaron el Everest y me encontré a un hombre: Tenzing Norgay que fue un guía sherpa que acompañó a Edmund Hillary en el primer intento exitoso en alcanzar la cima del Everest, después de varios intentos con diferentes equipos. Tenzing Norgay y Edmund Hillary se hicieron famosos cuando consiguieron alcanzar la cima de ese gigante que roza el cielo a las 11:30 de la mañana del 29 de mayo de 1953.

Aprendí algo de Tenzing. Él comentó que "no se sube una montaña como el Everest tratando de trabajar solo o en competencia con sus compañeros. El trabajo en equipo se hace lento, cuidadosamente y sin egoísmos. Por supuesto que me gustaría llegar a la cumbre por mí mismo; es lo que he soñado toda mi vida. Pero si lo logra otra persona, lo asumiré como un hombre y no me pondré a llorar como un niño. Para eso está la montaña ahí".

A medida que el desafío crece, la necesidad de un trabajo en equipo aumenta. Y esto lo tenemos que tener todos claro. Pero es más, el que lidera y el que soñó para que algo grande sucediera, tiene que agarrarse al potencial y al interes de otras PERSONAS. Pongo esta palabra en mayúscula porque a veces nos olvidamos de que existen, y son las que hacen engrasar las metas.

Tenzing escribió: "El equipo de escaladores, siguiendo la vía abierta para ellos finalmente logró que dos pares de ellos intentaran alcanzar la cima. El primero estaba formado por Tom Bourdillon y Charles Evans. Cuando lo intentaron y fracasaron, le tocó el turno al otro equipo. Este estaba formado por Tenzing y Edmund Hillary. Acerca del primero de los dos equipos, dijo:
estaban extenuados, enfermos, exhaustos, y por supuesto, terriblemente decepcionados por no haber logrado llegar a la cima. Pero aun así … hicieron todo lo que pudieron para aconsejarnos y ayudarnos. Y, yo pienso, así es como debe ser en la montaña. Así es como la montaña hace grandes a los hombres. Porque ¿dónde estaríamos Hillary y yo sin los demás? ¿Sin los escaladores que abrieron la ruta y los sherpas que transportaron la carga? ¿Sin Bourdillon y Evans, Hunt y Da Namgyal, que fueron delante de nosotros allanando el camino? ¿Sin Lowe y Gregory, Ang Hyima, Ang Tempra y Penba, que lo único que hicieron fue ayudarnos? Fue sólo gracias al trabajo y sacrificio de todos ellos que ahora teníamos la oportunidad de llegar arriba. Ellos aprovecharon al máximo la oportunidad que se les brindaba. Y el 29 de mayo de 1953, Tenzing Norgay y Edmund Hillary lograron lo que hasta entonces ningún otro ser humano había alcanzado: ¡Pararse en la cima del Monte Everest, el pico más alto del mundo!
¿Podrían haberlo hecho solos Tenzing e Hillary? La respuesta es no. ¿Podrían haberlo logrado sin la ayuda de un gran equipo? De nuevo, la respuesta es no. Siempre dependemos de alguien.

Un buen líder tiene que saber detectar el potencial y el interés de cada persona, como si se tratase de un ajedrez marcar la mejor jugada con sus mejores peones; dejar la comunicación fluir, transmitir con seguridad y confianza, entusiasmar, anteponerse, visionar en positivo, dar pautas y marcar hoja de ruta sin imposiciones, aconsejar, aportar su experiencia (la madre de todas las ciencias) y dejar hacer y sobre todo, saben felicitar y compartir éxitos y fracasos.

Uno de los errores que he visto repetidamente cometer en mis antiguas empresas es que dedican demasiada atención a los resultados y muy poca a los que reman, a los que se implican.
A veces, también he vivido en mis propias carnes, como por falta de habilidad, o por no comprender, o por no hablar o por una actitud no adecuada, un miembro del equipo puede transformar a un equipo ganador en uno perdedor. Si el equipo no está dando la talla, es casi seguro que tenemos que hacer algunos cambios.
Hacer que un equipo se desarrolle no es fácil. Creo que demanda y consume mucho tiempo, pero es más algunos jefes aplican el divide y vencerás. ¡Error!. En este camino, nos encontramos con desafíos, con obstáculos, y eso es lo que endurece y cohesiona el equipo. Y es cruel decirlo, pero lo que no están integrados, lamentablemente hay que retirarlos del proyecto. El alma del proyecto son/somos todos.
Tenzing ya lo dejó claro: "En una gran montaña, nadie abandona a sus compañeros y se lanza a la conquista de la cima solo".
Pero es más, durante la conversación con mi GRAN AMIGA, ésta me comentó que algunos pagaron el precio más alto, dejaron su vida en la montaña; y ¿saben lo que dejé helada aunque si se piensa es muy obvio, los que sobrevivieron a la hazaña? Eran los que al pie de su sueño, tenían a gente esperándole, su mujer, sus hijos. Aquí el amor también entra en juego para mover montañas.

Después de esto, me pregunto: ¿qué clase de ajuste necesito hacer para crear mi equipo ideal? ¿Necesito más tiempo para ayudar a mi gente? ¿Estoy creciendo? Si no es así, aún puedo empezar. Tendré que leer a John C. Maxwell, experto en liderazgo de los EEUU, y sus 17 leyes incuestionables del trabajo en equipo. Otro día os lo contaré.




Adiós


Pensaba que las prisas nunca me quitarían lo que más quiero, pensaba que el ya no te obligaría a aparcarme, pensaba...
Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido, de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico. Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría de tener solamente buenos momentos. Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos; no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas; si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguiría descalzo hasta concluir el otoño. Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres, y jugaría con más niños, si tuviera otra vez vida por delante. Pero ya ven, tengo 85 años... y sé que me estoy muriendo. (J.L. Borges)
Me contaba el otro día me vecina que su hija está aprendiendo a montar en bici, y que un amigo suyo le ha hecho un montaje con la canción de Verano Azul de fondo. Durante las imágenes, la pequeña Antonia se pegó un morrazo, y su mami se veía en la grabación diciéndole: ¿Te has caído? y la pequeña le contestó: "sí, mamá, estoy aprendiendo". Me quedé pensativa... y cuando reaccioné me pregunté ¿por qué los mayores no nos atrevemos a caernos?

¿Saben dónde estaba un día como el de hoy hace ahora 20 años? Abriendo mis ojos a mi gran sueño, saltar de Carboneras hasta Madrid a estudiar Ciencias de la Información. Se cayó el muro de Berlín. Ahora cuando navegaba por esta red, sentí nostalgia, quizás tristeza. Me acordé del cálido piso de Usera, de mis compis de piso Ruth, Mar, Espe, de mis paseos por la Latina, de mi entrada en el bunker de cemento de la facultad, de aquellas aulas gigantes que más de cien alumnos... Recuerdo al profesor Fajardo relatar la aplastante victoria capitalista sobre el antiguo regimen. La victoria de la libertad. La historia pasó por delante de nuestra nariz. A buen seguro que ni nos enteramos que suponía ese salto a la libertad. Ya no hay barreras. Ya quedan pocos muros. Veinte años después, muchas consecuencias revolucionarias de esa noche ya son parte de la historia. La Unión Soviética y su imperio desaparecieron silenciosamente, y con ellos el orden mundial de la Guerra Fría. Alemania se reunificó; Europa del Este y los Estados de la periferia soviética lograron su independencia; el régimen del apartheid de Suráfrica se colapsó; llegaron a su fin numerosas guerras civiles en Asia, África y América Latina; los israelíes y palestinos estuvieron más cerca de la paz que nunca; y una Yugoslavia en desintegración degeneró en guerras y limpiezas étnicas. En Afganistán, la guerra prosiguió bajo otras circunstancias, con serias ramificaciones para la región y el resto del mundo.
Como heredero victorioso del orden colapsado de la Guerra Fría, Estados Unidos se erigió en la potencia global indiscutida. Sin embargo, no hicieron falta más de dos décadas, tras la guerra en Irak y la crisis económica y financiera, para que dilapidara ese estatus especial.
Enmudecí con los periódicos. Pude ver en directo cómo el caballo de la historia enloquecía. Miles de ciudadanos, con picos, palas, martillos o con las manos de su rabia contenida, de su desesperación ante un horizonte cerrado y represivo, derribaban el muro.
Ahora nos queda la globalización, las crisis económicas galopantes, la sinrazón en el tercer mundo... ¡cómo hemos cambiado!







Albert Jovell (Barcelona, 1962). Me encontré una entrevista de la hoy defensora del lector de El País, Milagros Pérez Oliva, a este hombre allá por 2006. Es uno de los ponentes más solicitados en congresos y simposios sobre salud, porque, además de una sólida formación teórica, que incluye las carreras de medicina y sociología y un doctorado en salud pública en la Universidad de Harvard, desde 2001 reúne las dos caras de un binomio que con frecuencia aparecen enfrentadas: la de médico y paciente (enfermó de cáncer de timo).
Fue uno de los fundadores del Foro Español de Pacientes, lucha por conseguir una medicina más atenta, más afectiva, más humanizada. En el fondo, pensar en las personas. En sus preocupaciones, obsesiones, manias, tristezas, alegrías, gustos y digustos...
En la película ‘Mi vida sin mí’, Isabel Coixet condensó en una bellísima escena lo difícil que es para un médico dar las malas noticias. También planteó el deseo de continuar, de algún modo, responsabilizándose de lo que ocurre después de morir, con esas cintas en las que grabó mensajes para los futuros cumpleaños de sus hijas.
Milagros le pregunta: ¿ha hablado con sus hijos de su enfermedad?

No, son demasiado pequeños, pero sí que les dejo escritas mis vivencias: una autobiografía titulada Bajo el signo del cáncer, sobre el proceso que nos llevó a Estados Unidos, la vuelta, la enfermedad…, para que entiendan el porqué de muchas de nuestras decisiones. Hemos procurado que no sufrieran las consecuencias de mi situación. Por ejemplo, antes de empezar la quimioterapia, como era previsible que les impactaría ver cómo perdía de repente el cabello, mi mujer compró una máquina de cortar el pelo, y un día nos cogió a los tres y nos dijo que nos iba a poner a la moda. A ellos les hizo gracia y yo me evité un mal trago. Hemos decidido no explicarles nada hasta que las cosas sean muy evidentes.

¿Ha cambiado su visión de las cosas?

En un aspecto ha cambiado de forma radical: he aceptado mi muerte. Mi muerte joven, quiero decir. Creo que ya no puedo esperar de la vida mucho más. Pero no hay hipocondría y tampoco tengo miedo. Acepto que he tenido mala suerte, pero la enfermedad también me ha reforzado. Observo las cosas con más distanciamiento.

¿Una especie de serenidad expectante?

Sí. La resignación existe. Piensas: así es la vida, unos mueren de cáncer y otros de sed en una patera a la deriva. No es algo que nos tenga que ocurrir a todos, pero a algunos nos ocurre, y entonces te parece absurda la obsesión por vivir mucho tiempo. Hay que aceptarlo, y no tiene mucho sentido desesperarse antes de hora. Eso sí que lo tengo claro, no vivo con angustia. Hay momentos en que estoy muy triste y hasta me pongo a llorar, pero creo que lo llevo con dignidad, de manera que no sea una carga para nadie. También hay un redescubrimiento de la vida interior y un mayor compromiso. No estoy reclamando más asistencia para mí, que tengo una buena asistencia; la estoy reclamando para todos los pacientes, y sobre todo hago todo esto porque creo que mis padres me dejaron una sociedad mejor que la que ellos encontraron. Yo les debo lo mismo a mis hijos.

Explíqueme eso…

La gente gasta mucha energía en odiarse, en crearse problemas perfectamente evitables, en cosas banales. Yo parto de la idea de que no tengo que tener problemas: ¡ya tengo un problema! Y por tanto, cuando alguien me viene con uno nuevo intento situarlo rápidamente en un contexto resolutivo: a ver, ¿tiene solución o no la tiene? Si no la tiene, no gasto más energía. Tengo las prioridades muy claras. Pienso: aquí hay dos niños, y cuanto más tiempo disfruten de su padre, mejor; por eso ahora lo que quiero es ganarle tiempo a la enfermedad para estar con ellos. El mejor regalo que me hicieron las pasadas navidades fue el informe del profesor que decía que mi hijo pequeño era un niño muy feliz.

Así es la vida. Gracias Albert porque me hiciste un trayecto de 45 minutos en coche más corto y más humano. Llegué a un hospital por cuestiones de trabajo a visitar la Unidad de Partos... y allí el día nos sorprendió. Una niña acababa de nacer. Suerte amiga.

Los secretos de la complicidad


Las miradas son una vieja forma de trabajar. Las risas también es una excelente manera de disfrutar trabajando. La complicidad destroza las dificultades. El compromiso da alas a los sueños. Soñar es vivir despertando y abriendo horizontes. Llevo una racha que sólo conozco casos de personas que abandonan sus puestos de trabajo o provocan su despido por falta de sintonía en el equipo. En tiempos de crisis esto es una pésima noticia porque en estos momentos es cuando hay que remar todos en la misma dirección. Se suele decir que cuando todo va bien no existen los problemas, sin embargo, los huracanes suelen tumbar a las organizaciones y poner al descubierto todas las flaquezas en momentos de debilidad. El viernes por la noche tuve la oportunidad de ver en concierto a Los Secretos. 30 años encima del escenario desde que allá por los años 80 parieran la movida madrileña. ¡Qué bien se lo pasaban en el escenario! Miradas canallas, sonrisas complices, saltos adolescentes... Cuando me olvidé de las letras tristes de los hermanos Urquijo, me pregunté por qué en las empresas la gente no se lo pasa tan bien. ¿Se despiden interiormente? Jo, ¡qué rabia con lo bien que puede ser vibrar con lo que haces? A veces podríamos plantearnos saltar más. Brincos pequeños que nos hagan soñar. A menudo bastará con pequeños divorcios con nuestras rutinas o pequeños actos de valentía, coraje o imaginación. En ocasiones se presentan oportunidades que debemos aprovechar para saltar. Salta amig@.Y como decían estos poetas llamados tristeza, no perdón, Madrid, no perdón Los Secretos: Sueña¡¡¡

Caen tus ojos agotados de ser/
los testigos de tantas sorpresas/
ventanas sabias que/
decides cerrar/
a las luces de fieras tormentas./
Sueña, cuéntame historias de almohada/
juega, mientras te dejas llevar/
buscas en la oscuridad/
aún tienes un sitio donde echarte a soñar./
Entran nerviosos por la puerta de atrás/
cuando al aire se le oye silbar/
van disfrazados para el gran carnaval/
esa fiesta que dan en tu honor./
Juegan, acariciando tu espalda/
sueña, sobre ese cálido mar/
si aún pudieras elegir/
cuál de entre tus sueños/
soñarías por mí/
el deseo que jamás cumpliste/
si aún tienes un sitio donde echarte a soñar./
Sueña, cuéntame historias de almohada/
juega, mientras te dejas llevar/
buscas en la oscuridad/
cuál de entre tus sueños soñarías por mí/
el deseo que jamás cumpliste/
aún tienes un sitio donde echarte a soñar./
Caen tus sueños y un instante después/
en tus sueños has vuelto a nacer...

El "Alcorconazo" y el trabajo bien hecho


¿Quién debe dejar el banquillo? ¿Quién pone orden en el vestuario? ¿Por qué cuando pierde un equipo el culpable es el mister? Lo que pasó en el partido entre el Real Madrid y el Alcorcón en el trofeo de la Copa del Rey es un ejemplo de motivación. 11 jugadores vestidos de amarillo contra 11 de blanco. Un presupuesto modesto y casi mileurista contra unas cuentas astronómicas. 11 jugadores que se levantaron el día después para ir a su puesto de trabajo (me imagino que habrá de todos los oficios), contra 11 "timadores de sueños" que dejaron al descubierto el "fiasco y el circo multimillonario y mediático" de lo que hoy llaman fútbol. Es cierto que cuando un equipo de las características del Alcorcón juega contra un gigante se crece, se automotiva... Es entendible que estos 11 chavales cuando tienen una oportunidad de jugar al lado de sus ídolos (Raúl, Guti...) sueñan, y soñar es sinónimo de volar, de marcarse desafíos, de trabajar en equipo... y entonces es cuando el imprevisto irrumpe en escena. Fijénse el Alcorcón milita en la Segunda B (tercera) y dispone de un presupuesto anual de 1,2 millones de euros, es decir, unas 300 veces menos que el Real Madrid. Dice el refranero que hace más que el que quiere que el que puede, y a veces en fútbol pasa esto. El Real Madrid no quiso, no se divirtió, no tuvo disciplina, no obedeció y encima humilló a una ficción. A mi me encanta el deporte. Soy del Madrid de toda la vida. Confieso que en más de una ocasión me fui a la cama cabreada. A veces me pregunto que derecho tienen estas "estrellas" de "atracar" el sueño de miles de niños que se compran su camiseta, que tienen colgado su poster en la habitación, que se quedan a veces sin horas de sueño para verlos chutar un balón, que tararean el himno y cantal goooooolllll. Otros como los jugadores del Alcorcón contarán a sus hijos, nietos que una noche fueron protagonistas de una victoria épica, que ganaron al Madrid galáctico... y que se fueron a dormir sabiendo que dejaron todas sus ganas en el terreno de juego, eso que llaman sudar la camiseta. Los del Madrid no podrán hacer lo mismo. Y encima Guti, como siempre, faltando a las buenas prácticas de la buena educación. Los de Pellegrini tendrían que hacer un ejercicio de humildad... y el propio entrenador ser capaz de ponerles las maletas en la puerta. A veces en estos equipos se necesita una mano de hierro, un buen coach que ordene tanto "individualismo y fama junta", en vez de estrategas del fútbol. El que llevó al submarino amarillo a sus momentos de gloria, se topó con los extraterrestres millonarios, productos del marketing de Florentino Pérez. La cabeza de Pellegrini puede rodar, deberá aprender en sólo dos encuentros como volver a generar un clima de satisfacción, rendimiento y desarrollo colectivo. Uiiiii, Uiiii ¡qué díficil!

"Hay que volver a retarle, y que la vida no nos espere detrás de la puerta"



"La soledad es muy hermosa... Cuando se tiene alguien a quien decírselo". G.A. Bécquer.

¿Conocéis algún caso de alguién que en milésimas de minuto se queda sin lo que más quiere? Ayer tuve la oportunidad de estar con una mujer que acababa de perder a su marido y a su hija de 15 años. Conozco de cerca a una amiga que se quedó sin sus dos vidas (su chico y su hijo de poco menos de 7 años)... Siempre tenemos un caso a nuestro lado. ¡Qué putada! ¡Esto si que es una gran putada! ¡La vida te juega una gran faena! Te pega una estocada magistral y te pone rumbo a ningún sitio. Ya no valen las discusiones, ya no se aceptan los no dije, ya se quedan demasiados interrogantes sin que nadie te lo pueda contestar...¿y no me dio tiempo a decirle lo que le quería, y por qué no le dije lo que le echaba de menos...? En el caso de la primera, hasta perdió su casa. Se queda sin nada, sin su camisa, sin sus fotos, sin su olor en la almohada... ¡Qué difícil levantarse! Pero la vida sigue y ahora te toca a ti meterle un gol. Me imagino y así lo haría que habrá que ir tomando pequeñas decisiones para volver a encontrar la brújula que ponga rumbo a otro lado, donde volver a sonrier. Animarse a uno mismo, sellar resentimientos y dudas, matizar aciertos, olvidarse de sin sentidos y agarrarse al día. La última de las libertades humanas es la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino, lo decía Viktor Frankl. Sólo me atrevo a automedicarme y daros una receta: "Hay que volver a retarle, y que la vida no nos espere detrás de la puerta".

Bombardeo de aire fresco: no es lo que vendes sino como lo vendes


Esta tarde tuve la oportunidad de impartir una conferencia en la biblioteca de Can Salas en Palma para un grupo (aprox 35) funcionarios, inspectores del área de Consumo del Govern balear y Ayuntamiento sobre Publicidad y Marketing. Pero lejos de teorías, me acordé por un momento de las clases plastas de algunos de mis profesores en la Facultad de Ciencias de la Información en la Complu, de Madrid. Y encima me tocaba torear a las cuatro de la tarde, después de comer y cafecito. El título ya lo busqué para sorpresa de todos los allí presentes que se preguntaban de qué iba a hablar: "Bombardeo de fontaneros ante la crisis: el quién es quién de los mensajes". Intenté echar mano de todas las herramientas que ofrece la oratoria para no aburrir y sobre todo para activar un palillo entre sus pestañas evitando que cerrasen sus ojos. Situaciones reales con anécdotas publicitarias de las grandes firmas en los medios de comunicación, imágenes sugerentes y provocadoras y pasión por el cambio hizo olvidar por un momento a la treintena de funcionarios que hacen por la mañana en su silla para volver a soñar en aquello en lo que creen.
Les hablé de los valores de la marca ante tiempos de crisis, de la necesidad de ser únicos, del poder de la publicidad para asaltar la mente del consumidor, de los vendedores de sueños, de las estrategias basadas en los sentimientos, de las personas marcas y del marketing de guerrilla.
Pero lo mejor, de la voluntad (querer hacer), de la necesidad (tener que hacer), de la oportunidad (dejar hacer) y de la libertad y las ganas de superar los obstáculos para activar la creatividad y el ingenio en los equipos directivos que ponen su mirada en la innovación.
Ya decía Albert Einstein que "locura, es hacer siempre lo mismo y esperar resultados distintos", por eso hoy todos tuvieron la oportunidad de hacer algo diferente, impulsados por un director y un equipo que apostó por ofrecerles algo diferente que les hiciese despertar de la rutina. Si en ello colaboré, mil gracias, porque yo también aprendí cuando diseñé el power point y pensé en las 4 de la tarde en “Si usted no puede soñar con sus clientes, le espera un duro despertar. No es lo que vendes sino como lo vendes".

El poder de la palabra

Dice Eduardo Punset que... "El poder de la palabra escrita en los humanos supera todo lo imaginable. No me pregunten por qué". Coincidio con él, pero es más añadiría que hay conversaciones que curan. El poder de la palabra es infinito, intenso, da vida, te hace sonreir, olvidar, saborear el momento, soñar, olvidar...
"Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas". Martin Luther King

Directos al corazón, no lo dudes

Me he preparado esta bateria de videos para proyectarlos durante mi conferencia sobre Publicidad y Marketing. Hablo de los invisibles que se convierten en deseo y del excelente tandem, sentimientos-consumidor.



"Estás aquí para ser feliz" de Coca-Cola, a través de un anciano de 102 años (Josep Mascaró), envía un mensaje de optimismo a un bebé recién nacido. Un mensaje cargado de esperanza y bondad con el que Coca-Cola invita al consumidor a "destapar la felicidad".



Endesa nos sorprendía con la campaña "Para los hijos de tus hijos". Este spot, llevado a cabo por las agencias McCann-Erickson y SCPF, promueve una nueva conciencia empresarial. En el anuncio, los niños deciden hablar a sus padres sobre el porvenir de las generaciones futuras, aludiendo a la necesidad de reinventarse. La canción de fondo es una versión de "Tomorrow" de "Anni", el famoso musical de Broadway.



El que más me gusta a mi, me rompe el corazón: Asociación Afanoc - Niños con cáncer (No te pedimos más de lo que puedas dar).

Con el cambio de hora, me levanté hoy al amanecer. He visto despegar el sol. Y me apeteció escuchar esta canción que os dejo de La Lupe. En mis tiempos de movida estudiantil, allá por 1991 tuve la ocasión de compartir piso y risas con el que hoy es un genio, Amenabar, con su última odisea Ágora. Allí conocí también a Eduardo Noriega y a Mateo Gil. Incluso en aquel pisito de Antón Martín hicimos el casting de alguno de sus cortos. Con ellos fui a un lugar encantador que se llamaba La Lupe, por Lavapiés. Mucho de lo que sé hoy en cine, lo aprendí entonces. Mi gusto por el teatro me lo enseñó mi gran amiga Eva Isanta. Era mi amiga inseparable durante mis años en la capital de España, en la Facultad de Periodismo. Una actriz que se ha hecho asimisma con mucha pasión y horas de trabajo. Nunca se rindió y lo conseguió. Esta es su mejor recompensa. Lo excelente es que a pesar de haber subido al cielo de la farándula, haber tocado las tablas de los mejores salas de Madrid e incluso de España, haber rodado series de TV que la han consagrado como una gran profesional, cuando baja a la arena de la vida, siempre es la misma que conocí en Carboneras en el verano del 89. El éxito no le trastocó sus raíces. Por eso la admiro. Las personas con las que más a gusto nos encontramos son las que nos comprenden. Si queremos que los demás se sientan cómodos y comprendidos por nosotros, simplemente escuchemos sin juzgar (ahora lo he conseguido un poco más que hace unos años); no aconsejemos con tanta facilidad (tengo una conocida que se pasa todo el día dando recomendaciones y sin embargo, pierde el rumbo sobre su propia vida); y pongámonos en su corazón. Si consigues esto, es señal que tienes un@ amig@. Esto me pasa con ella. Esto sí que no es teatro.

Eh tú, ¿y el silencio para Madrid?

Las prisas nos impiden escuchar. El vértigo con el que trabajamos a veces nos hace perdernos en un mar agitado con olas que no te dejan ver más allá de la tempestad sin darnos cuenta de las pequeñas cosas. El ya, la inmediatez, la presión... nos hace perdernos todo lo que nos enseña el silencio. Esto lo aprendí de una gran amiga, de esas que la A se escribe con una mayúscula con neón porque son insustituibles, irreemplazables, indispensables, imprescindibles, esenciales, vitales, esas de las que te despides y se quiebra la voz. Esto es Madrid. Así de sencillo.



Siempre que veo historias como éstas suelto: Todos tenemos que dimitir como personas. ¿Pero en que mundo vivimos? ¿Estamos locos? ¿Estamos deshumanizados?
Lo publicó ayer El Mundo
"El mar mece una patera donde una madre abraza a un bebé de año y medio. Hace cuatro días que la madre que abraza al bebé de año y medio vio morir a la otra pequeña, Emmanuella, también nigeriana, más o menos de la misma edad que su niña. Desde que tuvo que tirar su cuerpo al agua, la madre de Emmanuella no ha vuelto a hablar.
Les dijeron que la travesía iba a durar seis horas y la madre que abraza al bebé de año y medio les creyó. Por eso apenas cogió un bocado de comida y sólo le puso a la cría una chaqueta y un pantalón. No hay líquido que tomar ni alimento. El motor está averiado porque el combustible iba mezclado con agua. El viaje dura una semana. La madre que abraza al bebé de año y medio anda rezando. ¡Qué frío hace aquí, hija! ¡Qué oscuro está!
La madre que abraza al bebé de año y medio le tiene que dar sus propios orines a la hija para que no se deshidrate. Un día sí y otro también. La madre que abraza se llama Josephine y calla. El bebé se llama Chioma y ya habla. Como un disco rayado habla. Todo el rato con lo mismo. Mami, comida, mami, comida...
Cada vez se mueve menos Chioma. Ya ni se queja. Al séptimo día, tal y como hizo la madre de Emmanuella, la madre que abraza al bebé de año y medio tiene que arrancarse el cuerpo de Chioma y tirarlo al mar. Ha muerto justo una hora antes del rescate en helicóptero.
"En la noche del 19 de agosto la niña no se movía. Se lo dije a John. En siete días sólo había bebido pis, por eso murió. Yo no paraba de llorar. John se me abrazaba: "Tranquila, no podemos hacer nada, tranquila". Cuando una hora después llegó un helicóptero a rescatarnos, Chioma ya no estaba porque tuvimos que tirarla al mar. Ésa era la norma".

Regalos y regalos... Imagiment. Silencio.



El inglés que controlo, no me da ni para pedir agua, por favor. Es más detesto a éstos que cuando te dan una conferencia, o conversan contigo de 10 palabras, 7 las dicen en inglés. En una ocasión, durante un encuentro con una directiva le pedí que donde había trabajado y a qué se dedicaba en un gran grupo de comunicación en Madrid. Os aseguro que al final me fui a casa preguntándome si estaba de frega-cristales o de directora de comunicación... con tanto anglicismo. Pero hoy me he atrevido a utilizar Imagiment o lo que es lo mismo la gestión de la imaginación. (El resto en castellano, eh). Y les decía esto para explicar el valor de los regalos. Esto es como el valor de las empresas. Es lo mismo. ¿En qué piensan los gerentes, las direcciones generales...? Pues a veces se quedan en los números. Tengo en mi mano un manuscrito que empieza así: "Quería encontrar algo con corazón para tu cumpleaños". A qué suena bien. Pues continuo: "No es sólo música, es mucho más. Así suena Palma, la Palma que me gusta". Si les digo que era un CD de un músico callejero. ¿A que cambia la historia?. A veces nuestros jefes se olvidan de poner un poquito de corazón en su razón. Obsesionados con los objetivos olvidan la cuerda de su caja roja. Y no se dan cuenta que los que están a su lado, sienten, padecen... Un gran amigo me enseñó a repensar, a rebuscar, a escuchar... Una gran amiga me adentró en el mundo del silencio, de la paciencia, de la espera... El tiempo es la mejor herramienta. A veces no hay que sumar euros. Y más en los tiempos de crisis de apretarse el cinturón... Algunas organizaciones van a sufrir de anorexia como se descuiden. Y en ese descuido pueden perder hasta el talento que tanto les costó ganar. Y todo esto para contarles que a los regalos no se les mira la etiqueta (el como se llaman). Aunque tengo una conocida que en más de una ocasión hasta se atreve la valiente a preguntar que cuánto nos costó. ¡Qué pena! Os tengo que confesar que siento una extraña vergüenza cuando me regalan que hasta cierro los ojos; y no os quiero contar lo que me entusiasman los Reyes Magos, recorro toda mi casa para buscarlos, pero la mejor carta que te pueden dejar son letras como "Existimos porque alguien piensa en nosotros, y no al revés. Las cosas no son porque existan, son porque se sienten, porque alguien las retiene, las recuerda, les da vida". Esa es la mejor recompensa.

Leía un artículo el pasado domingo que hablaba de happyshifting... happy qué...Pues parece ser que es una nueva "tribu" que transforma el mercado laboral cambiando la queja por la acción y la pasividad por la resolución. Fantástico. Porque cada un@ de nosotro@s somos responsables de las emociones que queremos alimentar. Se trata de emplead@s que necesitan saber que lo que hacen tienen verdadero sentido. Y la verdad que a veces después de tener jefes tóxicos, compañeros murciélagos-grises, y con tanto estrés y presión que manda este sistema del siglo XXI a ver quien tiene coj... de no querer ser útiles y pensar que sirve para algo sus 8 horas en el mejor de los casos (por que sé por experiencia que más de un directiv@ hacen un sol a sol). Por supuesto que la vida laboral y personal pueden correr por sendas paralelas (pero queda tan lejos eso de conciliar, aunque está de moda, hasta sus voceros a veces ni la cumplen y lo que es peor ni la dejan cumplir y miran al de al lado con un cierto desprecio, quizás porque ell@s no son capaces de cambiar su chip). Ser feliz es la elección de cualquier humano. Lo que tenemos que ser capaces es de quedarnos con los aspectos positivos de nuestro trabajo y rechazar a la gente negativa, a los rumores y encontrar colegas con los que aprender todos los días. Difícil prueba. Soy bastante inconformista, y lo mejor en los días negros, esos que tienes bajón, es aplicar cuidados paliativos. Stop, cargar pilas y esperar que despejen las nubes. Mañana se verá de otro color. Esto es también talento, aunque a veces seamos presas del desasosiego. Desde pequeños siempre nos llenan la cabeza con carreras para no pasar hambre, triunfos a toda costa, tener dinero, alcanzar la cima del éxito... Lo ideal, la excelencia se alcanza cuando somos capaces de ser felices con lo que somos y con nuestra capacidad para vivir en coherencia con nosotros mismos. A veces este desierto es duro, pero sólo el coraje y la humildad de reconocerlo, nos conduce al sendero de la felicidad. "La felicidad es un estado interior, y por ello no depende de lo que tienes sino de lo que eres" (E. Punset)

Desnudos de compromiso y confianza de violines




La otra noche me escapé a un conciertazo de música clásica, en el Teatro Principal de Palma. Era la gala de apertura del Festival de Música, un evento que cada año va tomando más renombre, eso dicen los que entienden. ¡Gracias, Amadeus! Por supuesto, Mozart. Pero lo importante no es lo que fue (una pasada, como sonó) sino lo que significó (inolvidable e impagable). Un regalo para siempre recordar un día especial. Y os dejaré esta historia que pasó en Auschwitz. Un hombre amordazado por la crueldad y la sinrazón de las atrocidades que se cometen en un campo de concentración, sobrevivió y encaró la vida con la ayuda de... Su mujer le escribía todos los días una carta junto a su bebé, a quien siempre le decía, ¡hijo, escríbele algo a Papá! Aquellos inocentes garabatos le echaron un salvavidas a este pobre hombre para buscar sentido a su vida en aquel agujero de “mierda”.
Como diría Serrat en su canción Aquellas pequeñas cosas: “Uno se cree que las mató/ el tiempo y la ausencia. / Pero su tren vendió boleto / de ida y vuelta. / Son aquellas pequeñas cosas, / que nos dejó un tiempo de rosas en un rincón, / en un papel o en un cajón. / Como un ladrón / te acechan detrás / de la puerta. / Te tienen tan a su merced / como hojas muertas / que el viento arrastra allá o aquí, / que te sonríen tristes y nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve.
Y es que a veces pasamos por alto las pequeñas cosas. Esas que dan sentido a nuestra vida. Hay palabras que no tienen precio. Hay besos que nunca se pueden olvidar. Hay abrazos que de repeten te dan vida. Hay momentos que nunca se podrán volver a repetir. Hay, hay, hay...Desnudos de compromiso y confianza. Cómo me encantan estas dos palabras. Cuesta tanto ganárselas, y se pueden destruir... en un solo minuto. Lo más importante, siempre regarlas, alimentarlas, mimarlas... No tienen precio, no se necesitan millones de euros, sólo buenas intenciones. Es una díficil tarea. Lo sé, pero se consigue. Lo ideal nunca, nunca traicionarlas, aunque a veces tengas que dejar en la cuneta a alguien o algo. Silencios de violines y violonchelos acostados para devolverme a tiempo aquello que siempre deseé. Y encima, se quedó a mi lado. Un Réquiem por Mozart.




Hablaba esta tarde con una amiga sobre el papel de las madres, de los padres.... Y me acordé de una historia que leí hace ya algún tiempo y decía así: "En un viaje reciente, mi mujer y yo conocimos a una argentina de 79 años, que -como nosotros- andaba de paseo, y de la cual nos hicimos amigos. Su nombre es Madeleine Mauleon. Hace unos días, Madeleine nos envió por correo un sobre con escritos que atesora, entre los cuales estaba el que reproduzco a continuación, y que- según consta al pie- pertenece a un señor de nombre Pino Servodio.
Un hombre de cierta edad vino a la clínica donde trabajo para hacerse curar una herida en la mano. Tenía bastante prisa y mientras lo asistía averigüé que era eso tan urgente que tenía que hacer. Me dijo que debía ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer, quien vivía allí. Me contó que estaba hacía algún tiempo en ese lugar y que padecía un Alzheimer muy avanzado. Mientras acababa de vendar la herida, le pregunté si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana. “No”, me dijo. “Ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi cinco años que no me reconoce”. Entonces le dije, extrañado: “Y si ya no sabe quién es usted, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas? Me miró, y me dijo: “Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé quien es ella”.

Ahora que estoy tan lejos de ellos, y se van haciendo mayores, se me rompe el alma de pensar que cuando me necesiten... ¿Dónde estaré yo? Lo tengo claro, junto a ellos. Cuando le doy de comer a Luna, cuando la visto, cuando la abrazo, cuando le beso la frente, cuando saltamos en la cama... Veo claramente cuanto les quiero, y lo que somos para ellos. La canción va por ellos.



Faltaba en esta página una entrada a Carboneras. La puerta directa a mi corazón, a un trozo del mediterráneo, siempre presente, que baña mi alma y mi "sentio". Allí pasé mis primeros 18 años de vida, y siempre que puedo vuelvo porque las raíces nunca se deben ni las quiero perder. Aunque esté sentada en el sofá de mi casa en Palma, siempre me laten en mi mente las dos instantáneas que se asoman en esta ventana. Allí huelo de otra forma. Las risas resuenan en ecos que se estrellan por sus callejuelas repletas de mi infancia, de mis primeras amistades, de mis primeros amores, de las caricias de mis padres, de la mirada de mi abuela, de mis improvisados circos, de mi días de jabegueta con mi prima, de mi espera a mi padre cuando llegaba del mar, de mis intensos e inolvidables partidos de balonmano, de mis charlas con mis maestros, de mis clases en el Simón Fuentes, o en el Instituto Juan Goytisolo, de mis escapadas a bucear, a nadar hasta la Isla... Siempre volver es el reencuentro. Nostalgia de días felices. Mi arena, mi agua, mi mirada a la Isla grande (al abuelo de los meros- como me lo enseñó mi padre, mi abuelo...), mi olor... En mi castillo de los sueños, Carboneras. Mis raíces, mis gaviotas, mis caracolas, mis carcajadas sonoras, mis galanes, mis barcos, mis chavalerías, mis correntillas, mi familia, mis pelotazos al larguero, mis paseos en solitario por aquel Lancón que tanta veces despedí para siempre volver. Tú, Carboneras. Agito mis brazos en el viento de Levante. Cierro los ojos soñando que coges mis manos antes de que los abra. Y yo, que lloro este rincón, añoro por convertirla en un barco de papel y navegar lejos. Eso soy. Bajo un cielo que siempre mira a la mar.


Para ti, que te resistes a morir y desnudas tu pasión


Para todas aquellas personas que aún sueñan en sus puestos de trabajo aburridos. Para aquellas personas que asumen responsabilidades. Para aquellas personas que premian a sus sonrisas internas. Para aquellas personas que buscan el sentimiento de utilidad. Para aquellas personas que se resisten a quedarse con los brazos cruzados en su sillón. Para aquellas personas que crecen con sus canas siempre pensando que habrá una segunda oportunidad. Para aquellas personas que todos los días se entrenan para cambiar. Para aquellas personas que no dejan morir a sus neuronas. Para aquellas personas que innovan, crean y son capaces de salirse del carril. Para tod@s aquell@s que clavan su mirada en buscar nuevos horizontes. Para todos aquell@s que aún creen en hacer sonreir a su corazón. Por vosotr@s, porque sois personas y teneis derecho a sentir. A quienes no se rinden y creen en sí mism@s. Observaciones: Hay que poner de moda, desnudar la pasión. Con eso sí que ganamos tod@s.

Hoy estuve hablando durante un rato con una directora de comunicación de altos vuelos. Llegó a su nuevo puesto allá por el mes de abril, y después de tres meses se ha atrevido a recomponer su equipo. A uno directamente les enseñó la puerta de salida, a otros les ha pedido lealtad, compromiso, confianza, implicación... No les ha exigido que sepan hacer una nota de prensa con un titular llamativo, no les ha sugerido que sean ordenados en sus despachos, les ha pedido directamente todo lo demás... Eso que olvidan cultivar las empresas. A veces es tan díficil llenar despachos de gente comprometida, pero a la vez resolutivos, proactivos, competentes... A mi me encantaría contar cuantos directivos levantan la mano cuando se les pregunta ¿confían ustedes en sus máximos colaboradores? Es un valor que cae en el olvido pero es clave para avanzar.

Nunca se puede dejar de soñar, eso sí que es un fracaso


Lo decía el alcalde de Madrid, descorazonado y roto. Qué humano es siempre Gallardón. Su alma en cada acción se puede desnudar ante los flashes de miles de cámaras. Nunca tiene vergüenza en expresar sus sentimientos. Decía hace unas horas que "Madrid ha hecho lo que tenía que hacer porque no podía ni debía dejar de recorrer el camino después del primer esfuerzo de Singapur". "No nos vamos a hundir en la tristeza que todos tenemos. Después de no ganar en la elección para 2012 dije que no era un fracaso, el fracaso es rendirse y no rendirse no significa tener que seguir con los mismos objetivos, pero Madrid en todos los que se marque seguirá soñando". Porque soñar es lo mejor que le puede pasar a una persona. El equipo de la corazonada llevaba meses haciéndolo. Pero al final, se apagó la ilusión. Nunca el haberlo intentado puede ser sinónimo de fracaso. Nunca el haberlo soñado puede llamarse fracaso. Nunca una derrota puede ser un fracaso. Fracaso es quedarse con los brazos cruzados. Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Pero se intenta. El fracaso es siempre la gran oportunidad para levantarse y volver a empezar. Es difícil la constancia. Es complicado no desfallecer. Pero es más temeroso morir sin haberlo intentado, por lo menos haberlo intentado. Madrid, siempre estará allí con la mano abierta de colores. Allá donde se cruzan los caminos, donde el mar no se puede concebir, donde regresa siempre el fugitivo, pongamos que hablo de Madrid. Gracias Madrid.

No quiero quedarme con si yo hubiera...


"A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa".
La muerte me da miedo. Quizás sea perder el control ante lo desconocido. Pero lo cierto es que cuando pienso en esa dama se me inundan los ojos de lágrimas. Hoy, durante una visita a una UCI de un hospital, vi a gente entrener a la muerte, engañarla, darle largas, olvidarla... Me quedé pensativa y soñé que estaba viva. Y ¿por qué conté todo esto? Porque alguna vez escuché que las últimas palabras antes de morir alguién siempre son: si yo hubiera... Hoy intenté mirarla de frente y pensé... Si todos nos parásemos a pensar unos minutitos al día, cuántas veces sonreiríamos, besaríamos, amaríamos, saltaríamos, perdonaríamos, olvidaríamos, disfrutaríamos con lo que hacemos, saldríamos, entraríamos, mandaríamos a tomar vientos lo que hacemos... Creo que aquí, estamos de paso y merece la pena siempre darse una oportunidad para volver a empezar. Lecciones de vida.

Continencia verbal...¡Dios mío, quién me ha visto y quién me ve!


La continencia verbal era uno de mis objetivos vitales. Cuando era niña, me comportaba en ocasiones como un auténtico volcán. En la adolescencia y primeros años laborales, como un auténtico tsunami. Hoy, me receté continencia verbal. No crean que me aguanté, no, no... sorprendentemente, controlé hasta en el último minuto. Parecía al mago del balón, Zinedine Zidane. ¿Se acuerdan de él? Como atravesaba el campo acariciando el balón, con elegancia, me recordaba a una gacela. Así controlé mis palabras. O al torero José Tomás, antes de entrar a matar. Lo sé, y sé lo que es un toro con rabia, que engaña, engancha, hiere y rasga en cada pase. Pero eché un capotazo y pegué un paso atrás. Pues os lo aseguro, que yo antes entraba al toro. A matar. O cogía el balón y hacía hasta una chilena. ¡qué chulería la mía!. Pa lista, yo. Pa primera, yo. Pa deciros esto es una mierda, yo. Y ahora, como que... me la suda. Hago una finta, como dicen en balonmano, y pasando que es gerundio. Ni una gota de energía, en entrar al trapo. Hay gente por ahí que ve muchos fantasmas. Me quedo en tierra. Contengo, no mejor controlo... Y a vivir que son dos días. Con sentido, responsabilidad y mucho, mucho seny como dicen los mallorquines. Así lo hice hoy. Eso sí que hay que celebrarlo. Una receta que os doy para los much@s indecis@s, prepotentes y gilipollas que van por hay de guays pisando al mundo.

El daño de la crítica, adiós al culto del "ego"


Siempre se aprende de la crítica. Y como dice Proust: "El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos caminos, sino en tener nuevos ojos". A mi me suelen hacer muchísimo daño las palabras, sobre todo, aquellas que recriminan una acción que no dictaba mi corazón. En cambio, siempre me doy la oportunidad de reflexionar, de escuchar, de relativizar y de entonar el mea culpa para aprender. Pero este aprendizaje sólo es posible si somos capaces de no sentirnos agredidos ni rechazados ni boicoteados ni silenciados ni aniquilados por la espalda, ni objeto de miradas asesinas, ni constantemente examinados. Así crecen los equipos en las organizaciones, si son capaces de suscitar críticas constructivas para corregir errores, para reconducir estrategias, para buscar cambios, pero hay que aparcar los individualismos, lo digo yo porque soy más listo que tú... ¡fuera la vanidad!, de superar discrepancias, de provocar buen ambiente y buscar sinergías. De aquí suelen salir magníficas ideas, excelentes compañeros, algún amigo pero siempre esta confianza debe ser incondicional, nunca debe de tener ticket de devolución. Me fastidia la gente que no es capaz de aprender de las situaciones conflictivas, porque lo que está claro que con roces y dificultades el barco pierde el rumbo. En alguna ocasión me di un baño de humildad, nadé entre la duda para asegurarme la confianza de una compañera/o de trabajo, y esa es la mejor recompensa que me llevé. Del pasado reconocer que me equivoqué es mi mayor orgullo. Los mejores buenos días, cuando te espera en el parking de tu trabajo, aquél o aquella con el que te cabreaste sin sentido por un proyecto no bien pilotado. Después de la crítica, llegan tiempos mejores para sacudirse el polvo de una relación arrinconada, que naufragó sin sentido por tanto culto del "ego". Y si encima, encuentras con mayúsculas un/a amiga, ya es mágico. De esas hay pocas, pocas, pero como las jirafas blancas, existen, y yo al menos las vi.
"Y cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo, ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar". (A. Machado). Buenas noches, o buenos días, Princesa, de la peli "La vida es bella". Una canción para levantar el ánimo: I'm yours (Jason Mraz). Va por vosotr@s.




Una tarde con Jamal, Salim y Satika

Abandono, traición y triunfo. Sobrevivir en Bombay. Infancia jodida. Obsesión y amor. Constancia y emoción. Jamal, Salim y Satika me acompañaran hasta la almohada. ¿Quienes son? Los protagonistas de la ganadora de los Oscar, Slumdog Millionaire. Cada una de las desgracias, de las vivencias, le dio el triunfo necesario a Jamal para hacerse con el premio de ¿Quién quiere ser millonario? Millonario por sobrevivir. Por luchar. Un guiño -un tanto excéntrico- a la India y sus gentes, a la pobreza, a la marginalidad, al crimen organizado, al amor de verdad.

Lola Dueñas, como mejor actriz, y Pablo Pineda, como mejor actor, han sido las dos Conchas de Plata que ha recibido la película 'Yo, también' en la 57º edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. La película, dirigida por Álvaro Pastor y Antonio Naharro y producida por Manuel Gómez Cardeña, Koldo Zuazua y Julio Medem, fue presentada en el festival donostiarra el pasado miércoles 23 de septiembre recibiendo una gran acogida de crítica y público.
'Yo, también' cuenta la vida de Daniel, un joven sevillano con síndrome de Down que se convierte en el primer europeo en obtener un título universitario, inspirada en la propia vida de su intérprete, Pablo Pineda.
Para el primer Down diplomado en Magisterio y licenciado en Psicopedagogía ha sido “un salto de altura con tirabuzón” el haber superado a dos “actorazos” como Robert Duvall y Ricardo Darín.
Hoy me viene a la cabeza una conversación que tuve en Madrid con una antigua vecina de la calle Marqués de Viena, en la que viví dos años. Una mujer que decidió venirse a vivir a la capital, y abandonar su pueblo con su hijito que padecía síndrome de Down. Un día camino de la Facultad, me la encontré en el autobús y me contó que había decidido dejar allí a su esposo para que su hijo tuviese una vida normal. Y que entendía ella por normal, que fuera autónomo, que se gestionara su vida, que buscase sus amigos, que encontrase su trabajo… Ella repetía una y otra vez, “allí en mi pueblo siempre era el tontito”. Vaya calificativo de “mierda”. Cuando leía a Pineda, me retumbó mi memoria. Él dice que se identificó con el guión a través de sus diálogos. Leer la palabra esfuerzo, lucha... Me llegó. Estaba leyendo todo lo que yo había vivido y luchado. Mientras leía el guión, no paraba de llorar: ¡en una mano tenía los folios y en la otra un paquete de pañuelos! ¿Cómo podía asemejarse tanto a mi vida?
Él, a través de la peli, reafirma que se ha completado como persona. Iniciativa, decisión, arrojo. “He aprendido a no pensar tanto las cosas, porque termino quedándome en los pensamientos”. ¿Qué sintió al ver por primera vez la película?Lloré y reí, porque tiene de todo. La vi este verano, con mi familia, y nos gustó mucho. Uno de mis hermanos, y me dan ganas de llorar cuando lo recuerdo, me dijo que estaba muy orgulloso de mí. Eso te anima.

Vaya cifra. Dicen las estadísticas de una de las empresas punteras en mercado laboral que “6 de cada 10 españoles días antes de terminar sus vacaciones y después de empezar otra vez a trabajar padecen “vacío”, “resignación”, o síndrome post vacacional”. La verdad que muchísimos tenemos pereza, ¡a quien vamos a engañar!, y el resto es gente que no está contenta con su trabajo. El despido interior les persigue. Estas personas son víctimas de sus miedos e inseguridades, bueno y la verdad que en tiempos de crisis, más de uno echa el ancla… Me decía ayer mi pescadera a mi pregunta: “¿Antes había otra chica aquí? Si, la han cambiado de mercado, nuestra empresa parece que le encanta que rotemos, pero no se da cuenta que los clientes son muy importantes y una vez que tienen confianza con una… Bueno no me voy a quejar porque yo mientras tenga trabajo”. Pues si, hay empresas que no piensan ni en su cliente ni en sus empleados. Organizaciones tóxicas, donde es difícil preservar la felicidad. Ya se sabe que en todos los lugares se cuecen habas, como dice el refranero, pero podrían reflexionar más. Tanta toxicidad está llevando a algunas personas a tomar las riendas de su vida laboral. Pero son pocas las que hartas de ser víctimas y esclavas de la situación, destrozan sus miedos e inseguridades y dan el salto al vacío. Mi consejo es que miren primero si hay red y que crean en sí mismas. Siempre tiene que haber una primera vez de vibrar, de aportar un valor añadido (por qué todos somos diferentes), de motivar, de beneficiar a otros… Aunque por el camino te encuentres con otro jefe que no se lo merece, derrotista, nefasto para la salud mental de sus trabajadores, y que piensa que todo siempre está mal. Mi gran pregunta a veces es ¿qué haría si no tuviera miedo? Pues darte la oportunidad de disfrutar con lo que haces y aprender a respetarte a ti mismo.
Me he despertado hoy, domingo, 27 de septiembre, prontísimo. He abierto el ojo y son sólo las 8.30, pero no puedo dormir más. Me encanta desayunarme leyendo la prensa y menudo galletazo me ha metido el cirujano plástico más famoso en la actualidad, autor del primer trasplante de cara realizado en España, Pedro Cavadas. Parece un tipo diferente, aunque teniendo en cuenta que pasa sus vacaciones por Tanzania en viaje de supervivencia, ya dice de él, que se ha tejido con su propio bisturí otro traje de supervivencia. Sus declaraciones apuntan a un cambio radical. Está de vuelta. Ya hace años que abandonó sus tres Porsche por un jeep destartalado y una bici con la que va a “currar”. Le da lo mismo que llueva, que truene, y nos lanza a la cara, “pero ¡qué pánico le tiene la gente a mojarse! ¡Coño, que es agua lo que cae, no es salfumán!” Cuando has pasado por un África que se muere de hambre siempre tienes una queja contra la excesiva comodidad occidental. Aquí, nos preocupamos por todo, no mojarse, no pasar frío, no pasar sueño, que no nos falte los últimos diseños de ropa; el zumito, el danonino, no, no… No llegas a pasar ganas de nada; antes de que tengas ganas de algo ya te las han saciado.
Me ha traído a la mente mi viaje al profundo Mali, donde nació Salif Keita, la voz de oro africana. Una tierra que se despierta a las 5.30 de la mañana como un parto natural, la supervivencia en su estado más puro. Si alguna vez me pierdo, buscarme allí. Me conquistó el corazón y es más me enseñó a ser más humana. Los niños allí eran diferentes; las mujeres, diferentes; los hombres diferentes; el trato insuperable; las sonrisas, puras; las miradas, inocentes; sus colores, vida; y encima que el hambre, la miseria cabalga sin que nadie pueda hacer nada por echarle una cuerda.
Bueno, seguimos con Pedro Cavadas. Dice también que le educaron en la cultura del esfuerzo: una cosa es lo que a ti te apetezca, y otra lo que tienes que hacer. “Me educaron, o me eduqué yo así. Yo antes era agresivo personalmente, en el plano profesional. A quien no hacía bien las cosas me gustaba decírselo a la cara. ¿Beneficio neto de eso?: tener un enemigo más”. El ser humano es jodido. Ahora además de trabajar de sol a sol, se dedica a su Fundación Pedro Cavadas con la que proporciona cirugía reconstructiva moderna a pacientes desfavorecidos de países africanos. Organiza campañas quirúrgicas humanitarias a la región occidental de Kenia, donde se operan pacientes, fundamentalmente niños, de problemas reconstructivos complejos de forma totalmente gratuita. Un cambio que se programó, una cara nueva que se cosió para me imagino ser más íntegro y feliz.

La lista de magdalenas (de Proust) Siempre existimos porque alguién piensa en nosotros


Dejaré esta historia aquí. Me encantó. Hace algunos años una revista americana publicó la historia de una profesora de instituto de matemáticas. Una tarde pidió a sus alumnos que escribiesen los nombres de todos sus compañeros de clase, dejando un espacio entre cada nombre. Después les pidió que pensasen y apuntasen en la hoja una cualidad, algo especial, que quisiesen destacar de cada uno de ellos. Al final de la clase recogió las hojas y durante el fin de semana preparó un folio con el nombre de cada alumno, y allí reunió a todos los mensajes que habían dejado sus compis de pupitre. Cada uno lo leyó en silencio y en privado. Varios años más tarde uno de estos alumnos, murió en Vietnam. Cuando el cuerpo fue repatriado casi todos sus antiguos compañeros y la profesora de "mate" se encontraron en el funeral. Después de la misa, el padre del joven soldado muerto dijo a la profesora: "Quiero enseñarle algo" y sacó una billetera de su bolsillo. "La tenía Mark en su billetera cuando lo mataron. Creo que era muy importante para él y que tiene que ver con usted". Abrió la billetera y sacó los dos folios gastados por el uso y el tiempo. Era la lista de cualidades de sus compañeros le habían elaborado. Todos, con alguna que otra lágrima, reconocieron que para ellos también había sido importante y la guardaban en algún lugar valioso. Estas letras son un homenaje para todas aquellas "amigas" que algo han aportado en mi vida. Y como las magdalenas de Marcel Proust... ¡qué bien saben cuando las echas de menos". Os regalo este trozo de diálogo de la película Princesas: “Las cosas son importantes porque existen, porque piensas en ellas. Mi madre lo dice siempre existimos porque alguién piensa en nosotros. Es rara la nostalgia ¿a qué sí? Porque tener nostalgia no es en si mala. Es porque te han pasado cosas buenas y las echas de menos".
Me llama poderosamente la atención cuando acaba un Debate del Estado de la Nación o de la Comunidad, la soledad de los políticos. Acaban su discurso, ¿y quién les acompaña? Pues en algunos momentos, ni sus colaboradores. El mundo de la política es obscuro, lleno de tinieblas y desconfianzas. Los políticos flotan y se evaden de la calle. Trabajar en equipo, lo dudo. Confiar en los demás, ni lo pienso. Ser abiertos a la comunicación e información, por supuesto para satisfacer a la prensa amiga, y ganar espacio en los medios (como dice el refranero, por el interés te quiero Andrés). Respetar al adversario, ¿qué es eso? Convivir en libertad aceptando las responsabilidades y asumiendo el resultado de nuestras acciones, no sé si se les pasa por la cabeza. Liderazgo, ¿pero eso qué es? Te aplauden tus compañeros de escaño para reventar con vísceras los argumentos de la oposición. Pero al final, todos a sus puestos, comienza de nuevo la carrera. Vaya teatro más monumental. Me gustaría estar en la cabeza de un presidente de comunidad o de Estado cuando llega a la cama después de un día de dimes y diretes, focos y flashes, de interesados y amiguismos de mercado... Se acordarán de las pequeñas cosas de esta vida. Seguro que más de uno saldría corriendo...

Amistad, ¿pero esto se lleva en estos tiempos de crisis?

Sólo quiero dejar estas dos citas:
"Un amigo es uno que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te quiere"
"Una amiga es una persona con la que se puede pensar en voz alta"
Pongan en marcha sus cd room personales y cuenten con los dedos de la mano, pongan nombre y años. ¿Qué difícil es encontrar animales de esta raza?
Os doy una pista: "Hay amig@s que con sólo abrir la boca llega a todos los límites del alma".

Armario de abrazos, los secretos de la Roja

* La imagen de arriba se titula "Armario de Abrazos". La pinté yo, aunque parezca mentira.

¿Por qué los colaboradores, empleados o directivos no se abrazan cuando consiguen un triunfo, aunque sea pequeño en su empresa? Ejemplos, sacar un proyecto económico hacia adelante, vender una idea, seducir a un cliente, respetar el trabajo de un compañero, aplaudir el compromiso del que está a su lado... Es algo que me lo pregunto cuando veo a la selección española ganar medallas de oro en mundiales o europeos, o al Real Madrid o al Barça, o a Rafael Nadal, o la corredora Marta Domínguez... ¿Las empresas no son un equipo? Sus componentes, que pasan más de media vida allí adentro (hoy yo sólo pase 12 horas), no tienen compromiso, ni lealtad, ni vitalidad, ni energía, ni capacidad de sacrificio, ni ilusión, ni humildad, ni competitividad, ni espíritu de trabajo, ni profesionalidad, ni actitud positiva, ni generosidad, ni entrega ni disciplina. Algún día una Amiga me llamó en un folio en blanco pluscuamperfecta... ¡vaya palabreja, me hizo una úlcera de estómago! Seguramente no me entendió bien, en alguna reunión, o no me expresé como debiera, pero siempre fui una deportista tanto dentro como fuera de la empresa. Jugué desde muy pequeña al balonmano, y cuando salía al campo siempre daba lo mejor de mi. Mucha pasión y vísceras, pone la niña! Quizás mi pasión no fue bien entendida. Los hermanos Gasol, Reyes, Rudy, Jiménez, Berni Rodríguez, Mumbrú, Sergio Rodríguez, Cabezas, Ricky Rubio y Raúl López... son un espejo en el que todos deberíamos mirarnos. Más abrazos por favor. Y no se corten, siempre hay una primera vez.