Enamorarse todos los días=adiós la presión y obligación


En los tiempos que corren, en el que los valores a veces son más caducos que un cartón de leche, ¿qué difícil es enamorarse? Y me pregunto, ¿esto es como el balonmano? ¿No hay que practicar y practicar?
Y me contesto, hay que enamorarse todos los días. No hay nada más pedagógico que el entusiasmo. La agresividad, el desinterés por aprender, la apatía, el pasotismo... son siempre caballos perdedores, temerosos y apáticos. A mi personalmente, me encanta jugar a caballo ganador. Y mi franca sorinsa con pena pare esta iniciativa a invitaros a enamorarse todos los días de lo que hacemos, de plantearnos un reto, de mirar por encima a nuestro jefe, de pasar de compañeros incompetentes... Todo eso se puede corregir con la música. Pero, ¿sabéis que tengo una compi de mesa que cuando me descuido hasta me saca mi CD de la disquetera porque la pone nerviosa la música clásica? Ay dios mío, qué mala suerte, haber encontrado semejante así que desprecia el himno a la libertad... Es lo mejor que tiene el despacho de mi jefe, las negras y blancas campan por sus anchas, allí siempre suena música... que me ayudan a sacar el paraguas y olvidar su desaire. ¡Que diferentes serían las escuelas si se aprendiera desde la pasión y el flujo en lugar de desde la presión y la obligación! Siempre tomé la iniciativa de ser yo=víscera de pasión.

Por fin he tenido tiempo para volver a teclear unas letras en este lugar tan infinitamente cautivador. Lo definiría como mi momento zen, de soledad y encontrarse con una misma. Estos días he estado inmersa en la elaboración de un megaproyecto de cambio y transformación de una comunidad. Un ciclo que imita a un aula abierta en donde el protagonista es la PERSONA. El trabajo no espera dar respuestas definitivas
sino provocar alguna que otra pregunta en cada uno de nosotros sobre el momento actual que atravesamos. ¿Por qué resulta tan interesante incorporar en las empresas una cultura de coaching, de cambio a través de sus líderes? Básicamente por una cuestión de influencia, el jefe es decisivo para el aprendizaje. Sabéis que más del 90% del desarrollo profesional no tiene lugar en las aulas, durante los cursos de formación, sino en el trabajo del día. Después de esta reflexión y de lo que he venido observando a mi alrededor, necesito gente con valentía, coraje, ilusión, ganas de cambio... ¡estoy hartas de grises y tristes!