Parada en boxes. Hay que revisar de vez en cuando nuestras creencias

Participé en las jornadas sobre coaching empresarial que se celebró en Palma hace algo más de un mes y me lo pasé superbien. La verdad que eso del coaching es una asignatura que me trae, pero encima del escenario estuvieron cinco grandes elementos que imprimieron a las jornadas un rumbo especial. Joan Quintana, Gustavo Bertolotto, Techu Arranz, Rafael Goberna y Cristina Beascoechea dieron herramientas para generar ilusión y para que cada uno de nosotros podamos explotar nuestro bosque interior.
Triunfar, vencer es llenar de forma gratificante un vacío. Todo depende de la oportunidad que cada uno de nosotros estemos dispuestos a conquistar. La ilusión es el ingrediente básico para lanzarnos en el laberinto de la confianza y de nuestra propia innovación. No puedes vencer si no tienes ganas de vencer. La felicidad no se busca, se crea. Allí estuve gracias a Cristina.

Tenía apuntes que no había pasado a este blog por falta de tiempo de una obra que fuimos a ver en el marco de la semana de la danza en Palma. Malasombra, una pieza dirigida y coreografiada por Andrea Cruz y Tomeu Gomila, la interpretan Magda Tomás, Caty Carrasco y el propio Gomila. Los bailarines "pasean" y se zarandean entre una escenografía mínima presidida por una pantalla en la que se proyectan vídeos con las animaciones "simples" y "efectivas" del dibujante de comic Max.
Una estética expresionista y algo angustiante ("perder la sombra, como el alma, angustia mucho") reforzada por una música que fue sugerida en el guión por el propio dibujante. El resultado final de la banda sonora es el siguiente: el chileno Rodrigo Latorre (director de La Mano Ajena) musica el espectáculo con temas clásicos y atmosféricos que están grabados. En directo, Kiko Barrenengoa y Puter (Fábrica Primera) interpretan canciones de noise e industriales que casan muy bien con la fábrica que regenta el señor Malasombra, el malo malísimo inventado por el mallorquín. Malasombra es un personaje que se dedica a robar sombras para luego esclavizarlas en una fábrica", detalla, una peripecia bastante simple que se avenía muy bien con la expresión corporal y el movimiento. Nos encantó, nos dejó bastante impactados en positivo. Una crítica a la soledad, al mundo en el que vivimos, donde las pérdidas se incluyen en una agenda de renuncias conscientes e inconscientes de nuestros sueños románticos. Nuestras cometas de ilusiones, de poder y de seguridad, se ponen en entredicho, pierden fuerza. Leía el otro día que la mayor parte de las diversiones a que se entregan los hombres, los niños y otros animales son imitaciones de la lucha. Ya me río de las guerras, que lo mejor es que no deberían ni existir. Bastante tienen los humanos que luchan todos los días contra ellos mismos y sus fantasmas.

Estuvimos viendo hace unas semanas, la nueva edición de Angell, del Cirque Buffon. Bajo la batuta de Frederic ‘Boul’ Zepperlin, ex del Cirque du Soleil, los creadores del espectáculo se contornearon, cantaron, bailaron y coquetearon con la poesía, la música, la danza y el teatro. Contaron la historia de Igor Vasiliev, un ángel negro que sufre por estar atrapado entre el cielo y el infierno; Igor quiere huir, pero le es imposible ya que no puede volar. Mis palabras suben volando, mis pensamientos se quedan aquí abajo; palabras sin pensamientos nunca llegan al cielo, decía William Shakespeare. Igor logró elavarse entre la bruma de los recuerdos. Como la luna llena, se desparramó entre las estrellas, regalando su entereza. Como un barco liberado, surcó nuestra infinita sonrisa.