La Ley de las Palabras



Quizás me encuentre en una etapa interior rebelde, quizás hoy tenga un día con las hormonas revueltas como dice mi compañera de pupitre, pero yo que me dedico a esto de la comunicación me quedo muy pensativa con algunos comentarios. Una de las principales reglas de oro del trabajo en equipo es la Ley de las Palabras. Está claro que todo grupo de personas que se juntan para alcanzar un objetivo común debe aprender a desarrollar una buena comunicación. Desde el líder hacia sus compañeros, desde los compañeros hacia el líder o entre semejantes, pero la palabra siempre tiene que imponerse en el espacio vacío. Dice James Baldwin, escritor afroamericano y uno de los más precursores del movimiento de derechos civiles afirmaba: "Escribimos para cambiar el mundo (...). El mundo cambia en función de cómo lo ven las personas y si logramos alterar, aunque sólo sea un milímetro, la manera como miran la realidad, entonces podemos cambiarlo". Cuando comencé a estudiar periodismo, recuerdo que en mi primera declaración institucional sobre un folio en blanco en una clase de redacción periodística, utilicé algo así que quería ser periodista para combatir por la libertad, cambiar la realidad de millones de personas, denunciar las injusticias... Y eso lo decía por dejar claro el peso que tienen las palabras para el cambio. Con comunicación se fluye, se conecta, se sonríe, se hace fácil lo díficil, se rompen barreras complicadas... El mundo, las empresas, las organizaciones... necesitan palabras de esperanza y sobre todo, ganas de escuchar. Algo que me sorprende enormemente es que las empresas, las instituciones... tienden a comunicar sólo las cosas buenas, y en los momentos de dificultad, les entra el miedo, esconden la cabeza... Sin embargo, dice Lluís Bassets en un artículo de El País, ante la dificultad, la palabra se identifica con el arma política por excelencia de la democracia. La palabra puede servir para enmascarar, para entrener o mentir. Pero también para explicar, argumentar y convencer. Este es el verdadero "valium" de los equipos hechos por PERSONAS. En mayúscula, ésta última, porque es la que diferencia el verdadero alma de una simple organización a un excelente colectivo, donde todos piensan, donde todos pueden aporar buenas actitudes y donde todas las palabras tienen voz. Hoy entré en un despacho y dije: "te pasa algo, tienes mala cara", y no encontré ni un monosílabo. Bajé las escaleras y me quedé pensativa.





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