Me salté ayer mis clases de inglés, después de unos días de inmersión por Edimburgo, para asistir a unas jornadas organizadas por APD (Asociación Para el Progreso de la Dirección) en Palma sobre El valor empresarial de la empatía. No me podía perder a un trío excepcional y único, Juan Carlos Cubeiro, Joan Quintana y Jordi Peña, orquestando cómo descubrir y avanzar en dos conceptos intangibles como es la empatía y el talento en las organizaciones, un tándem que hay cuidar con mimo como un verdadero bonsai. Juan Carlos Cubeiro, como un excelente jardinero humano, sembró diferentes ideas sobre la empatía. Está claro que estamos ante un cambio de época, pero como bien dijo él "ser exigente, ser respetuoso, ser fiable, ser sorprendente, ser involucrador" nos hará más competitivos en esta nueva era.
Es importante que los hilvanes del futuro de las organizaciones empresariales lo cosan PERSONAS (con mayúscula) con una gran capacidad de ser generosos, en palabras de Cubeiro, "que se distingan por su confianza, por su excelencia, por su innovación y por su talento". Es más las empresas deben estar pilotadas por individuos que "sepan comprender a los demás, que se expresen con claridad, que confluyan en necesidades conjuntas, que intercambien conocimientos, que sepan gestionar conflictos, que hagan equipo, que marquen pautas".
Cada vez necesitan más las empresas, líderes que "sepan mandar y decidir, que escuchen con atención, que tengan serenidad, que prescindan de los tóxicos y lo más importante que sepan canalizar emociones", recordó el autor de Mouriño versus Guardiola. Tras el primer barniz de JC Cubeiro, uno de los más importantes y mayores expertos españoles en talento, liderazgo y coaching, llegó Joan Quintana. Abrazos igual a reconocimiento. Y así comenzó la segunda píldora del día con este consultor en desarrollo y comportamiento organizacional, gestión del cambio y coaching relacional. Quintana recordó la importancia que le damos las personas a los abrazos, "nos pasamos todo la vida esperando ser abrazados"; y profundizó en la esencia de cada persona, la que lleva colgada en su mochila muy particular repleta de miradas, escuchas, maneras de preguntar o de pensar. "Hemos sido reconocidos de diferente maneras, hemos contruido nuestra propia visión del mundo", decía Quintana, al preguntar a la sala que entendía por empatía. "Empatía debe ser cuestionarse constantemente", afirmó, atreviéndose a invitarnos a descubrir y mirar nuestras zonas invisibles. En ese reconocimiento y escucha tan necesario para entablar cualquier negociación o conversación se deben incorporar preguntas claves: ¿cómo queremos ser vistos?, ¿qué hago para ser visto?, ¿quién no me ve o tiene dificultades para verme?, ¿qué podría hacer para que me vean los que no me ven o me ven poco?.
Escuchar es, según Quintana, ver al otro y lograr que se sienta comprendido, siendo capaz de poner atención a las emociones, las explicaciones, las acciones y el sentido que tienen las personas y los hechos para el otro. Es aceptar que el mundo de los otros es distinto y que es imposible llegar a estar en el lugar del otro, pero que es posible acercarse, y hacerle sentir que se está su lado.
Reconocer es compartir con otro la opinión y los afectos que tengo por el o ella. Es ser capaz de mostrarle y hacerle sentir lo importante que es para mi y cuáles son las cosas que valoro positivamente y aquellas que creo es necesario mejorar. Es aceptar que mis opiniones y emociones sobre los demás son el resultado de mi historia, que no describen a los demás, pero que influyen en la manera en como ellos se ven a sí mismos y en como se relacionan conmigo.
Y en esta lucha de pensamientos, todos buscamos ser reconocidos. Es la única necesidad de nuestro ser cultural.
La jornada, presentada por Sebastián Escarrer, la cerró Jordi Peña, jefe de la Secció de Neurologia de la Conducta del Hospital del Mar, y grupo de Neurología de la Conducta del Instituto Municipal de Investigación Médica de Barcelona, quien ayudó a los directivos a conocer en profundidad donde se esconde la empatía en el interior de nuestra mente. Jordi Peña diferenció mentalización de empatización y recordó la función de las neuronas espejo y el contagio emocional. He explained us the theory of mind allow us to attribute mental states to other people: Emerge at about four years of age; Absent in monkeys, rudimentary in apes (= anthropomorphic); Absent in autistic children.
La jornada me recordó un cuento que algún día leí: relata una historia que el sabio Confucio animó a uno de sus discípulos a caminar por un bosque. Mientras el maestro paseaba distraídamente, silbando y observando los árboles y los pájaros con los que iba cruzándose por el camino, su acompañante parecía nervioso e inquieto. No tenía ni idea de adónde se dirigían. Harto de esperar, finalmente el discípulo rompió su silencio y le preguntó: ¿Adónde vamos? Y Confucio, con una amable sonrisa en su rostro, le contestó: Ya estamos.
Sí hay que valorar todas las pequeñas cosas como diría Serrat, y la empatía nos ayuda a conectar con el otro y con nosotros mismos. Parafraseando a San Juan -"el que no ama está muerto"-, y Ana María Matute "el que no inventa no vive". El talento es inteligencia triunfante que dirige el comportamiento hacia la libertad, la dignidad y la felicidad. Y en esa tenemos que estar tod@s en estos momentos de crisis, en el que arrimar el hombro y la cooperación son las grandes recetas.
Pie de foto: Cheska con Luna (mi hijita) en la cámara oscura de Edimburgo.

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