Díficil camino pero todo un reto ser Juana Palomo

Soy Juan Palomo. Así se llama un evento para emprendedores donde ayer estuve pasando la mañana y escuchando a cuatro personas que un día decidieron colgarse la mochila y ser sus propios jefes. Cuatro perfiles diferentes pero con una percha común de la que colgaban camisas de tranquilidad y excitación por scar lo mejor de cada uno de ellos todos los días. Ganan confianza y muestran afán de superación. Y así es el mundo del emprendedor. Sentirse vivo es eso, soñar, tener ilusiones, y sacar lo mejor que cada uno de nosotros lleva dentro, aquello que nos hace brillar y que en muchas ocasiones, la mayoría, deja que la oscuridad lo oculte para siempre. Amanecer cada día con nuevas ilusiones es lo que te da la fuerza y la energía para avanzar, atreverte, explorar los límites, conocer lo inesperado. Allí eché de menos a una amiga que el lunes comienza su andadura profesional en Madrid, en un puesto de alta dirección que merece. De ella aprendí la ilusión, porque la contagia. Cuando cogí una imagen en el taller de la coach, Cristina Beascoechea, me acordé de ella. Porque como dice Sabina, "no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió", y eso era crear una empresa que ambas soñábamos, y que por ahora se quedó hecha añicos en el camino. Nunca me rendiré, soy una excelente jugadora de balonmano. Yo de momento tomaré el relevo con el apoyo de mi Ami Alberto y mi hija Luna. Ya comienzo mi plan de acción, aunque tendré que cultivar la paciencia. Este camino es duro. Amanece, sumo y sigo, escribo, resucito, afirmo, grito, dudo, creo. Amo, acaricio, necesito, te recuerdo, busco, te maldigo, digo tu nombre a voces, no te veo... Tengo la cabeza de la que afloran palabras que sienten y enfilan el faro de conquistar la libertad de ser dueña de mi tiempo. (Primera canción que he traducido en inglés)

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