Ahora que están de moda temas como el coaching, tengo una pregunta, ¿podrían poner la asignatura de coaching e inteligencia emocional en la escuela? ¿Cómo los o nos entrenamos ante el miedo, la timidez, la furia, la tristeza, los sueños, la iniciativa, la motivación? Cuando Luna llega de la escoleta siempre le pregunto: ¿qué hiciste hoy Luna? ¿Cómo te encuentras? ¿Cuándo nos vamos a dormir, después de una pequeña sobredosis de nuestra casi hermana Dora o de nuestro primo Caillou, siempre me encanta recordar con ella que fue lo mejor que le pasó en el día? Y siempre me suscita la misma inquietud cuando me planteo que sólo la vida le explicará como gestionar las emociones y sensaciones. A veces es simplemente, prueba y error. Pero en este ejercicio, en ocasiones y en muchas tocas con el corazón la desilusión, el dolor, la tristeza o la ira. El alma del cerebro o la poética del cerebro, así se tendría que llamar la asignatura. Dice José Antonio Marina que La "mejor herencia" que pueden dejar los padres a sus hijos es "un capital educativo". “Educar es el único trabajo cuya finalidad es cambiar el cerebro humano cada día. Hay que tenerlo presente para no ser irresponsables. Hay que aprender a aprender, y hay que aprender a recordar”. Y lo mejor, sea cual sea su edad, está en sus cabezas, subraya este respetado filósofo, ensayista y pedagogo, ya que, añade, "el cerebro es la gran oportunidad de los niños" y hay que trasmitirles que deben "cuidarlo" y "entrenarlo". Convencido de la necesidad de que los últimos avances en neurología y psicología se trasladen al ámbito pedagógico "para construir una gran ciencia de la educación", algo de lo que ya "se está empezando a hablar" en Estados Unidos, Marina destaca la "visión esperanzadora" que aporta la neurociencia al descubrir la "plasticidad" del cerebro y su capacidad para "rediseñarse". Eso supone "un gran alivio", dice, ya que desmonta el "mito" de que los tres primeros años de la vida son cruciales. "La capacidad de aprendizaje, de cambiar incluso estructuras básicas del cerebro sigue durante toda la vida", insiste. “Podemos cambiar la educación, hacerla más eficaz, optimista y alegre”. Y es que está en juego el bienestar de los niños de hoy que se enfrentarán "a un mundo con muchas oportunidades, pero muy competitivo y muy duro, y que va a ser inclemente con quien no sepa aprovecharlas", advierte.

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