El concierto del coraje



Hace unos días me escapé al cine. Ví El concierto. El argumento es algo así: en la época de Brezhnev, Andrei Filipov era el mejor director de orquesta de la Unión Soviética y dirigía la célebre Orquesta del Bolshoi. Pero en plena gloria, tras renunciar a separarse de sus músicos judíos, entre los que estaba su mejor amigo Sacha, fue despedido. Treinta años después, sigue trabajando en el Bolshoi, pero ahora… como limpiador. Una noche que Andrei se queda hasta tarde sacando brillo al despacho del jefe, encuentra un fax dirigido a la dirección del Bolshoi: se trata de una carta del Teatro de Châtelet invitando a la orquesta oficial a que vaya a dar un concierto a París. De repente, a Andrei se le ocurre una idea loca: ¿por qué no reunir a sus antiguos compañeros músicos, que viven de hacer trabajillos y chapuzas, y llevarlos a París, haciéndoles pasar por el Bolshoi? La tan esperada ocasión de tomarse la revancha por fin ha llegado.
En la película también se puede ver liderazgo, trabajo en equipo y perseverancia a toda costa cuando el objetivo marcado es la única salida para iniciar un nuevo rumbo. El empeño y la tenacidad del protagonista de esta película, que comparte papel con los acordes del Concierto para violín en D Mayor de Tchaikovski, es un ejemplo para muchos empresarios que no confían en ver la luz al final del túnel.
Coraje es lo que tiene el protagonista para enfrentarse al reto, a un sueño que le persigue 30 años.
Durante la historia también han vivido héroes como Abraham Lincoln, Vaclav Havel, Teresa de Calcuta, Nelson Mandela… Una y otra vez hombres y mujeres arriesgan sus vidas por una idea.
Yo personalmenente cuando me enfrento a un reto, tengo miedo, quizás temor a lo desconocido, pero siempre me atrevo a dar pasitos hacia esa senda. Mandela dice que el/la valiente no es aquél o aquella que no siente miedo, si no el/la que lo conquista y domina.
Coraje por atreverse a ser uno/a mismo/a. Coraje para decir que no. Coraje para dar ese paso y probar como un/a explorador/a. Coraje para poder y reconocer que me he equivocado, aprender y reanudar la marcha. Coraje para pedir perdón. Coraje para penetrar en la soledad insondable, partera fiable de la mejor compañía. Coraje para vivir lo que nos gusta. Rompo la tela del miedo con una espada de magia para triunfar con mi yo. Miro al futuro, siempre me asusta, pero sudo la camiseta. El otro día mi jefe me dijo ante una serie de marrones que tenemos un día sí y otro no: "No te lo esperabas, aquí siempre hay lio". Y yo le contesté: sí la verdad que así aprendo. Es el mejor camino para avanzar hacia una misma.

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