
Para que me acompañe la mecedora los días que me quedan por vivir. La ventana está abierta. Agotada, descanso. Me paro. Respiro. Me alivio. Las dudas se esfuman. Me vuelve a mirar. Las tablas del piso proyectan dos sombras: la de la infancia y el mar. Las congelo. No quiero despertar. (vivencias de una tarde por Palma con mi gran amigo)
1 comentarios:
Pues la tapicería de la mecedora es parecida a la de ayer, pero yo no llevaba bufanda... Yo también disfruté y echo mucho de menos esos momentos a dos bandas, aunque estemos pensando en Lunita todo el tiempo.
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