No me gustan los llorones

Tomar decisiones es un asunto que me pone. Creo que en cualquier organización, tod@s en alguna ocasión hemos tenido que decir algo en voz alta y clara, sin miedos, sin imputaciones, con valores, sin cortapisas, y abriendo nuevos caminos... Sin embargo, es cada vez más frecuente encontrar personas que lloran, que te acusan por la espalda, que no son lo suficiente valientes como para decirte que les pasa por la cabeza de frente, de decirte que estás equivocad@, que ven fantasmas que le acorralan, o que te esperan en la esquina para que tropieces y entonces aprovechan que ya que pasaba por allí te piso un poquito más la cabeza, ¡ay, no me di cuenta!... Es complicada la selva de la vida laboral. A mi me encanta descubrir sonrisas cómplices, situaciones que puedan agarrarte el corazón y sostenertelo en un puño un buen rato... Las pirámides están para dibujar los organigramas, pero en el patio todos llevamos la misma camiseta, pero siempre están los que se encuentran desplazados, los que no se fían ni de su sombra, los que quieren quedar bien con todo el mundo, los que mean como los perros su territorio... Buenos, cosas que te da el día a día. Habrá que ponerse un ipod y evitar escuchar su música triste y cobarde.

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