Tensiones en danza, te miras de frente


Diluvia en Palma. Llevo días que quiero devolver unas letras aquí en este espacio y no encuentro horas. También es verdad que he estado inmersa en la entrega de llaves de uno de los hospitales más modernos de Europa, Son Espases. Una experiencia que otro día os contaré. Hoy me apetece hablar de expresión corporal. Suena a tablas, a sala en negro, a sillones en rojo… a teatro. Suena a movimiento, a ritmo, a juego… es algo mágico. Es el espacio en el que me muevo como quiero, y voy a donde quiero. Me permito desperezarme con placer, y noto como mi corazón tiene alas. El primer día me sentía incómoda, me dí cuenta lo que cuesta desrobotizarnos, romper la mecánica de movimientos y hábitos de comportamiento. A cámara lenta vas recobrando ritmo, y empiezas a soltar músculos, gestos y energía. Dicen que el cuerpo es el espejo del alma. Pues cuanto he descubierto en un movimiento. Afinar el piano del cuerpo con la expresión corporal y dar un masaje al alma me devuelven a un estado de paz. Pocas veces, ni jugando a balonmano, había sentido algo similar, la libertad. Aprendes de los sentidos. El cuerpo es tu único compañero. Solos, tu alma y él, se atreven a cogerse de la mano, si se dejan; cuesta al principio, para grabar el spot más humano jamás soñado. La música suena. Y empiezas a sentir y amar a tu cuerpo, retas al alma a decirte como se siente. Es curioso como te llega el calor de otro compañero/a de sala. Qué poco estamos acostumbrados a tocar, a mirarnos a los ojos, a compartir… Movimientos inusuales, imprevistos y sorprendentes que relajan y maravillan. Ponerse en la piel del cuerpo y emoción del otro para conocerse y ser más uno mismo. Que difícil ejercicio. Un encuentro de jueves por la tarde recomendable para gente que quiera sorprenderse. Allí te ves.

0 comentarios:

Publicar un comentario