Eh tú, ¿y el silencio para Madrid?

Las prisas nos impiden escuchar. El vértigo con el que trabajamos a veces nos hace perdernos en un mar agitado con olas que no te dejan ver más allá de la tempestad sin darnos cuenta de las pequeñas cosas. El ya, la inmediatez, la presión... nos hace perdernos todo lo que nos enseña el silencio. Esto lo aprendí de una gran amiga, de esas que la A se escribe con una mayúscula con neón porque son insustituibles, irreemplazables, indispensables, imprescindibles, esenciales, vitales, esas de las que te despides y se quiebra la voz. Esto es Madrid. Así de sencillo.


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