Desnudos de compromiso y confianza de violines




La otra noche me escapé a un conciertazo de música clásica, en el Teatro Principal de Palma. Era la gala de apertura del Festival de Música, un evento que cada año va tomando más renombre, eso dicen los que entienden. ¡Gracias, Amadeus! Por supuesto, Mozart. Pero lo importante no es lo que fue (una pasada, como sonó) sino lo que significó (inolvidable e impagable). Un regalo para siempre recordar un día especial. Y os dejaré esta historia que pasó en Auschwitz. Un hombre amordazado por la crueldad y la sinrazón de las atrocidades que se cometen en un campo de concentración, sobrevivió y encaró la vida con la ayuda de... Su mujer le escribía todos los días una carta junto a su bebé, a quien siempre le decía, ¡hijo, escríbele algo a Papá! Aquellos inocentes garabatos le echaron un salvavidas a este pobre hombre para buscar sentido a su vida en aquel agujero de “mierda”.
Como diría Serrat en su canción Aquellas pequeñas cosas: “Uno se cree que las mató/ el tiempo y la ausencia. / Pero su tren vendió boleto / de ida y vuelta. / Son aquellas pequeñas cosas, / que nos dejó un tiempo de rosas en un rincón, / en un papel o en un cajón. / Como un ladrón / te acechan detrás / de la puerta. / Te tienen tan a su merced / como hojas muertas / que el viento arrastra allá o aquí, / que te sonríen tristes y nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve.
Y es que a veces pasamos por alto las pequeñas cosas. Esas que dan sentido a nuestra vida. Hay palabras que no tienen precio. Hay besos que nunca se pueden olvidar. Hay abrazos que de repeten te dan vida. Hay momentos que nunca se podrán volver a repetir. Hay, hay, hay...Desnudos de compromiso y confianza. Cómo me encantan estas dos palabras. Cuesta tanto ganárselas, y se pueden destruir... en un solo minuto. Lo más importante, siempre regarlas, alimentarlas, mimarlas... No tienen precio, no se necesitan millones de euros, sólo buenas intenciones. Es una díficil tarea. Lo sé, pero se consigue. Lo ideal nunca, nunca traicionarlas, aunque a veces tengas que dejar en la cuneta a alguien o algo. Silencios de violines y violonchelos acostados para devolverme a tiempo aquello que siempre deseé. Y encima, se quedó a mi lado. Un Réquiem por Mozart.




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