Regalos y regalos... Imagiment. Silencio.



El inglés que controlo, no me da ni para pedir agua, por favor. Es más detesto a éstos que cuando te dan una conferencia, o conversan contigo de 10 palabras, 7 las dicen en inglés. En una ocasión, durante un encuentro con una directiva le pedí que donde había trabajado y a qué se dedicaba en un gran grupo de comunicación en Madrid. Os aseguro que al final me fui a casa preguntándome si estaba de frega-cristales o de directora de comunicación... con tanto anglicismo. Pero hoy me he atrevido a utilizar Imagiment o lo que es lo mismo la gestión de la imaginación. (El resto en castellano, eh). Y les decía esto para explicar el valor de los regalos. Esto es como el valor de las empresas. Es lo mismo. ¿En qué piensan los gerentes, las direcciones generales...? Pues a veces se quedan en los números. Tengo en mi mano un manuscrito que empieza así: "Quería encontrar algo con corazón para tu cumpleaños". A qué suena bien. Pues continuo: "No es sólo música, es mucho más. Así suena Palma, la Palma que me gusta". Si les digo que era un CD de un músico callejero. ¿A que cambia la historia?. A veces nuestros jefes se olvidan de poner un poquito de corazón en su razón. Obsesionados con los objetivos olvidan la cuerda de su caja roja. Y no se dan cuenta que los que están a su lado, sienten, padecen... Un gran amigo me enseñó a repensar, a rebuscar, a escuchar... Una gran amiga me adentró en el mundo del silencio, de la paciencia, de la espera... El tiempo es la mejor herramienta. A veces no hay que sumar euros. Y más en los tiempos de crisis de apretarse el cinturón... Algunas organizaciones van a sufrir de anorexia como se descuiden. Y en ese descuido pueden perder hasta el talento que tanto les costó ganar. Y todo esto para contarles que a los regalos no se les mira la etiqueta (el como se llaman). Aunque tengo una conocida que en más de una ocasión hasta se atreve la valiente a preguntar que cuánto nos costó. ¡Qué pena! Os tengo que confesar que siento una extraña vergüenza cuando me regalan que hasta cierro los ojos; y no os quiero contar lo que me entusiasman los Reyes Magos, recorro toda mi casa para buscarlos, pero la mejor carta que te pueden dejar son letras como "Existimos porque alguien piensa en nosotros, y no al revés. Las cosas no son porque existan, son porque se sienten, porque alguien las retiene, las recuerda, les da vida". Esa es la mejor recompensa.

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